EL NUEVO PARADIGMA (Parte I)

El universo es multidimensional, según lo demuestran las mentes científicas más esclarecidas

 

Por Roderiko Mendieta

 

La Física moderna cruza el umbral.

En la alborada del nuevo milenio, un recuento cuidadoso de los más descollantes trabajos realizados por los científicos contemporáneos de vanguardia en campos tales como la física cuántica, la psicología cognoscitiva, la astrofísica y la inteligencia artificial, nos lleva a la conclusión inevitable de que la ciencia experimental así como la teórica, están avanzando rápida e inexorablemente hacia un revolucionario cambio de paradigma. Esto quiere decir que nuestra visión del universo que habitamos, así como de la naturaleza de la vida en todas sus manifestaciones y nuestra concepción del origen y propósito de las cosas, están a punto de experimentar un giro fundamental.

 

Atrás ha quedado la visión mecanicista del universo newtoniano de tres únicas dimensiones para dar paso a las nuevas concepciones del universo como un todo multidimensional, donde la materia en apariencia "sólida" que forma el universo físico que podemos percibir, es apenas una entre muchas modalidades de manifestación de la energía cósmica. Einstein ya había ensanchado los horizontes del universo al sugerir que el Tiempo no es una constante, sino una variable, es decir, que el flujo lineal del tiempo tal y como lo percibimos, donde los eventos del pasado son irrescatables, el presente es un inaprensible tic del reloj, y el futuro es el reino insondable del devenir, es, de igual manera, tan solo una modalidad de percepción típica de nuestra 3ra. dimensión: ahora se habla del "eterno presente" y de la "simultaneidad de todos los eventos", teorías que explican el tiempo en función de la consciencia y de la densidad del medio dentro del que la consciencia se encuentre operando.

 

Einstein también revolucionó nuestra antigua concepción newtoniana del Espacio como un vacío absoluto, y lo conceptualizó más bien en términos de una malla elástica, que de alguna manera retomaba y ampliaba el concepto de "éter" de los antiguos. Posteriores observaciones de fenómenos paradójicos como el de que, cuando una estrella pasa detrás de otra, la luz proveniente de la estrella posterior, lejos de quedar cubierta, es aún visible, pudieron ser explicados satisfactoriamente gracias al modelo de Einstein: este ya había deducido que el campo gravitacional de la estrella del frente es tan poderoso que inclusive "curvea" el espacio que hay a su alrededor, obligando a cualquier cosa que viaje a través de ese espacio (incluyendo a la luz) a trazar una trayectoria curva. En conclusión, el espacio no es un vacío inerte, como se presumía, sino que está lleno de una sustancia inconcebiblemente tenue (más tenue aún que el más tenue de los gases conocidos) y que es susceptible de vibrar como cualquier otro medio, igual que se pliega el agua para propagar una ola.

 

Posteriormente Kaluza y Klein introdujeron la teoría de que el universo podría tener más dimensiones espaciales que las tres que nos son familiares (anchura, altura y profundidad), con lo cual resultaría obvio pensar que nuestros sentidos de la percepción tienen alcances muy limitados, de la misma manera que es un hecho científicamente comprobado que nuestros ojos solo son capaces de percibir las ondas pertenecientes a un pequeñísimo rango del espectro de las frecuencias.

 

La teoría de los Superfilamentos, que básicamente indica que el universo entero está formado por una red intrincada y sutil de filamentos extremadamente delgados en constante movimiento de vibración (como las cuerdas de una guitarra) que conducen una energía universal que se arremolina en forma de nodos o "vórtices" en los puntos donde se intersectan, y que estos filamentos son la tela de la que están formadas todas las cosas que existen, no solamente en la 3ra. dimensión, sino también en todas las otras dimensiones, es un concepto revolucionario que gana terreno a enormes zancadas y se anuncia en los más importantes círculos académicos como la nueva Revolución Cosmogónica: la panacea conceptual que cuenta con las mejores probabilidades de armonizar nuevamente los mundos de las partículas subatómicas (el reino de lo infinitesimalmente pequeño) y de las masivas estructuras del cosmos (el reino de lo infinitesimalmente grande), hasta ahora irreconciliablemente separados por una brecha de paradojas insolubles. Como explica Brian Greene de la Universidad Cornell, "La teoría de los Superfilamentos soluciona el más enigmático de los problemas de la física teórica en el siglo XX: la incompatibilidad matemática entre los fundamentos de la mecánica cuántica y de la Teoría General de la Relatividad" (Greene, "Superstring Theory", http://www.lassp.cornell.edu). Lo que esto quiere decir es que hasta ahora parecía que el mundo de las partículas cuánticas estaba gobernado por un cuerpo de leyes científicas distintas a las del mundo de las estructuras macroscópicas, puesto que permitía la aparición de fenómenos paradójicos observados en condiciones de laboratorio tales como el que una misma partícula podía estar ocupando dos lugares diferentes en el espacio, a un mismo tiempo, o que una partícula atómica podía comportarse a la vez como partícula y como onda energética, fenómenos inéditos y totalmente reñidos con los preceptos que gobiernan los eventos del universo newtoniano. La obra "Hiperespacio" del físico Michio Kaku suministra una elaborada prueba matemática que sustenta la teoría de los superfilamentos, a la vez que expone la necesidad de que más dimensiones coexistan con la familiar 3ra. dimensión que percibimos.

 

En última instancia, esta épica exploración de los confines de la realidad al filo del segundo milenio ha llevado a los científicos a tres conclusiones generales: primero, que el universo es enormemente más basto de lo que nuestros sentidos nos sugieren y que comprende un número adicional de dimensiones que se interpenetran unas a otras; segundo, que los objetos sólidos que componen todo la realidad física son un conglomerado de vórtices de energía enlazados unos a otros para formar la ilusión de la solidez. La física atómica ya había revelado la paradójica naturaleza de la así llamada "materia sólida" al indicar que los átomos son campos energéticos de forma más o menos globular, compuestos en su mayor parte por espacio "vacío", nubes de electrones girando a velocidades pasmosas alrededor de un diminuto núcleo de protones y neutrones, que hasta hace algunos años se consideraba como compuesto de materia sólida puntual, pero que ahora cada vez más se tiene la sospecha de que no es sino otro conglomerado de vórtices de energía; y la tercera conclusión, que la nueva visión de la realidad de las cosas guarda una curiosa y desconcertante similitud con las crónicas relativas a las percepciones del cosmos y la realidad subyacente contenidas dentro de las cosmogonías de las más diversas culturas del orbe, registradas desde la más remota antigüedad.

 

Esta correspondencia ya había sido descubierta por el físico Fritjoff Capra en su obra de 1975 "El Tao de la Física", donde anuda el lazo que finalmente une en matrimonio indisoluble a la más avanzada ciencia occidental con la más antigua mística oriental. Entre los paralelos asombrosos entre ambos sistemas que observa Capra, están los "límites de la objetividad", la ilusión de la materia, la unidad del universo, y la interrelación de todas las cosas que existen. Así, cuando la física moderna habla de que el universo se expande por efecto de una serie de pulsaciones centrífugas a partir de un punto infinitamente denso o "singularidad", los antiguos Hindúes se refieren a esta pulsación como Brahman, el aliento creador del universo. Citando a David Wilcock: "Lo que en realidad pulsa tanto hacia afuera como hacia adentro es un número teóricamente infinito de superfilamentos. Estos superfilamentos no pulsan simplemente en una línea recta. Por el contrario, viajan en espirales, las estructuras fundamentales a través de la que ocurre toda forma de crecimiento"(David Wilcock, "Convergence", Ascension2000.com).

 

La Tela del Cosmos.

De acuerdo a esta nueva visión, la última realidad de todas las cosas debe encontrarse no en la materia, que es ilusoria y contingente, sino en una energía "cósmica" organizada de manera inteligente según patrones geométricos que conforman lo que Bruce Cathie ha bautizado la "Red de Energía" a una escala universal, compuesta por líneas de flujo, por un lado, y "nodos" o vórtices de energía incrementada localizados allí donde las líneas se intersectan y organizados en patrones similares a las estructuras de los cristales. En los nodos, la energía se "encrespa" y gira en vórtices que Greene describe como "diminutos bucles cerrados" que adoptan la apariencia, para todo efecto práctico, de una partícula elemental.

La sensación de solidez que al tacto presentan los objetos en la 3ra. dimensión proviene del efecto acumulado de los campos electromagnéticos generados por el torbellino de energía en bucle cerrado, de manera que cuando tocamos un objeto sólido, como una piedra, por ejemplo, nuestra mano es repelida por un conglomerado de campos electromagnéticos similares a los que hay alrededor de un magneto de refrigeradora, para crear la ilusión de solidez y materia.

 

Las Puertas de la Percepción.

Parece entonces que el hombre estuviera ingresando en una etapa de su existencia colectiva en la cual finalmente le es dado abrir "Las Puertas de la Percepción", como describiera Aldous Huxley al referirse a su experiencia fármaco-mística de poder vislumbrar la realidad subyacente en las cosas ordinarias. Es el momento en que la humanidad trasciende su estado pre-pubescente y llega a la mayoría de edad, con un acopio de experiencias y una madurez suficiente como para poder asomarse detrás de las puertas de la percepción. Los espíritus más esclarecidos de este principio de milenio, parecen haber finalmente ganado el derecho de prescindir de la "válvula reductora del cerebro", como fuera descrita por Bergson, ese mecanismo que limita el alcance de nuestras percepciones. Huxley explica con enorme lucidez como en verdad somos una Inteligencia Libre, es decir, cognoscitivamente ilimitada: "...la función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva. Cada persona, en cada momento, es capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir cuanto acontece en cualquier parte del universo. La función del cerebro y del sistema nervioso es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos por esta masa de conocimientos (...) admitiendo únicamente la muy reducida y especial selección que tiene probabilidades de sernos prácticamente útiles. (...) Para que la supervivencia biológica sea posible, la Inteligencia Libre tiene que ser regulada mediante la válvula reductora del cerebro y el sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo del conducto es un insignificante hilillo de esa clase de consciencia que nos ayudará a seguir con vida en la superficie de este planeta determinado" (Aldous Huxley, "Las Puertas de la Percepción", 1954).

 

El metalenguaje de los arquetipos.

Como vemos, el mundo científico al nivel de su más encumbrada cúpula de eminencias pensantes, está básicamente llegando a la misma concepción del universo que las antiguas filosofías orientales del Taoismo, Hinduismo y Budismo. Curiosamente vemos también como la ciencia está poco a poco reconociendo que las fuentes del conocimiento no son exclusivamente accesibles por medio del método científico, y que las percepciones de algunos llamados místicos y "canalizadores", como se les llama modernamente, pueden resultar sorprendentes por el grado de lucidez que denotan, así como por las descripciones de un universo multidimensional muy en consonancia con los modernos descubrimientos en los campos de la física cuántica o la astrofísica. A estas comunicaciones, que los antiguos griegos identificaban como provenientes de las "Musas", hoy en día se les llama en el ámbito de la física, comunicaciones "superluminales", es decir, que ocurren a velocidades superiores a las de la luz y en cierta manera tienden puentes entre cuando menos dos dimensiones diferentes (es decir, son fenómenos hiperdimensionales). Un creciente número de científicos está aceptando la idea de que la comunicación entre diferentes densidades o dimensiones es factible, y es común observar como una gama de individuos ordinarios que operan fuera de los muros de la "Academia", y ya no solamente los antiguos místicos y ascetas orientales que eran capaces de realizar prodigios de la más intrincada gimnasia mental, son prueba fehaciente de que es posible rasgar los velos de la percepción, y en muchos casos estos mismos individuos ordinarios, con total desconocimiento de la naturaleza de los fenómenos que están observando, suministran descripciones de la realidad supramundana que han anticipado en muchos años los posteriores descubrimientos de la ciencia de punta. Tal es el caso de Jane Roberts, una escritora de libros infantiles de Elmira, Nueva York, que en 1963 inicia una serie de experimentos para expandir la consciencia. El resultado de esto fue el material de Seth, y en retrospectiva, es absolutamente sorprendente que 15 años antes de que se formulara la teoría de los Superfilamentos, Roberts escribiera y publicara, entre otras cosas, una descripción de la estructura subyacente del universo que en términos inequívocos corresponde a la teoría de los Superfilamentos. Aun más sorprendente es el hecho de que cuando Seth afirma textualmente: "...se trata de filamentos en movimiento, constantemente trémulos, y además de eso están vivos", lo hace por boca de una persona completamente ajena al campo de la física, en lucha constante por encontrar formas de lenguaje que pudieran describir conceptos que, según las palabras de Kaku, representan a "la física del siglo 21 caída en las manos del siglo 20". Ya en la antigüedad clásica se habían visto las pitonisas de Delfos enfrentadas ante un dilema similar: ¿cómo explicar los símbolos correspondientes a una realidad supramundana en términos de la realidad cognoscible de la tercera densidad? ¿Cómo transponer el metalenguaje de los arquetipos en el lenguaje mundano que nos es familiar?

 

Comunicaciones Superluminales.

Ante todo esto, surge la pregunta de si, una vez abiertos a la posibilidad de que en verdad el universo sea un ente multidimensional como lo sugieren los más descollantes exponentes de la física del siglo XX, es acaso posible abrir canales de comunicación entre densidades que son intrínsecamente diferentes, tanto como lo son el medio subacuático de los peces del medio aéreo de las aves.

La gran mayoría de las religiones del mundo ni siquiera se cuestionan la factibilidad de las comunicaciones interdimensionales y, en casi todos los casos, este fenómeno es tenido más bien como un requisito sine qua non sobre el que se sustenta todo el cuerpo de las escrituras canónicas. La "Revelación" del mundo "superior" ante el mundo "inferior" es una dinámica que permea casi todas las formas de conocimiento religioso. La tradición Vedanta de la antigua India, por ejemplo, se sustenta sobre un cuerpo de "sutras" o textos llamados Vedas cuyos orígenes se pierden en las brumas de la leyenda. Su carácter de texto "revelado" ha sido fuente de desconsuelos para los estudiosos occidentales que tratan de encontrar explicaciones más mundanas y se afanan en vano por esclarecer la verdadera identidad del sabio Vyasa, uno de esos "rishis" semi-legendarios que la tradición tiene como el compilador original. El problema radica en que el bagaje académico de los estudiosos occidentales los pone en abierta contraposición a la mentalidad oriental. Como escribe Madeleine Biardeau en "El Pensamiento Prefilosófico y Oriental": "Para el pensador indio no hay, en efecto, dos órdenes de conocimiento, sino más bien dos dominios diferentes, el visible y el invisible, para los cuales dispone de dos medios de comunicación igualmente aceptados; la percepción y la Revelación (...) todo lo que sobrepasa lo visible deriva, pues, del conocimiento revelado o transmitido por una tradición sin comienzo (...) En última instancia, semejante concepción del conocimiento está ligada a la sociedad que lo posee: o bien los brahmanes son depositarios desde la eternidad de una ciencia que trasciende los límites del conocimiento ordinario, o bien son los 'videntes'(...) quienes dotados de un poder de visión extraordinario y animados de sentimientos benévolos para con la humanidad, comunican lo que han visto".

 

El carácter trascendente, supramundano, o "superluminal" de semejantes visiones es evidenciado por la naturaleza de su contenido, que no sugiere haber sido derivado de la "percepción" mundana de la realidad de la tercera densidad, o del empleo de los protocolos de la ciencia materialista, sino más bien de una modalidad cognoscitiva enteramente diferente, que recoge atisbos de esos reinos hiperdimensionales curiosamente similares a los que nos presentan los modernos "rishis" de la física cuántica.

 

Shankara (siglo VIII de la Era Común), uno de los estudiosos e intérpretes de los textos Védicos y fundador de la llamada escuela Advaita o del no-dualismo, explica que el problema central de su sistema de interpretación es la relación entre Brahman (el "ser puro" supremo universal) y atman, el ser o alma individual. Ambos son idénticos, con lo cual se sugiere la identidad e interrelación de todas las cosas y el concepto de que todas las cosas que existen son intrínsecamente indivisibles y forman el Uno. Esto tiene enorme relación con algunos de los más importantes descubrimientos de la física de las partículas subatómicas. En 1966 el físico teórico John Stewart Bell suministró pruebas de esta interrelación de todas las cosas y formuló lo que desde entonces se conoce como el "Teorema de Bell", donde plantea que la única manera de explicar la teoría cuántica es asumiendo que la realidad tiene una naturaleza "no-local", es decir, que cualquier cosa que suceda en cualquier parte del universo, puede afectar de manera instantánea todas las cosas que ocurran en cualquier otra parte del universo.

 

Bell demostró que a la luz de la teoría cuántica, todos los atributos susceptibles de medición de un átomo son determinados no solamente por los eventos que tienen lugar en el sitio mismo de manifestación de este átomo, sino además por todos los eventos que tienen lugar en el resto del universo, y que este "feedback" o retroalimentación opera en forma instantánea y simultánea. Como anotara Laura Knight-Jadczyck, autora de "La Onda", el concepto clave en este caso es "instantánea", es decir, "superluminal". Citando un extracto de "La Onda": "El Teorema de Bell puede ser interpretado como una demostración de la idea de que todo lo que existe -el pasado, presente y futuro- se combina necesariamente en una entidad única cuyas partes más alejadas están interconectadas de una manera inmediata. En otras palabras, el mundo que percibimos -las estrellas y los planetas; la tierra y los mares, los árboles, los animales, los edificios, las personas- son todas manifestaciones de un mismo proceso absoluto" (Laura Jadczyck, "The Wave", Parte 13I). Shankara define esto como la "naturaleza No Dual del universo".

 

Shankara además plantea que por efecto de adviya, es decir, la condición de ignorancia u obnubilación de nuestras percepciones en la tercera densidad, el atman o alma individual se ve impedida de entender la naturaleza no dual del ser puro universal (Brahman), de manera que solo percibe el mundo material como compuesto por seres y cosas separadas, y no se da nunca cuenta de que la existencia separada de todas las cosas no es real, sino más bien producto del fenómeno que se identifica con el nombre de maya, una poderosa ilusión puesta en marcha de manera "misteriosa" en el presente universo. Shankara nos dice que mientras el ser individual no adquiera conocimiento de este estado de cosas, seguirá en vano buscando su identidad y su verdadero ser en el mundo fenomenológico, y permanecerá atrapado en este mundo, una y otra vez, experimentando el samsara, la rueda de las existencias, muertes y renacimientos que son el destino del alma no iluminada y consecuencia de su karma (entiéndase "karma" como el balance de sus buenas y malas acciones en existencias pasadas que precondiciona la forma que toman sus futuras existencias).

 

A través del adecuado conocimiento del Vedanta, no obstante, el alma individual puede llegar a reconocer la naturaleza ilimitada de la realidad que hay detrás del velo cósmico de maya y entender que su propia naturaleza es una misma e idéntica a la de Brahman, y a través de este conocimiento puede alcanzar finalmente el moksha o liberación del samsara y del karma, y tener acceso al Nirvana, o estado de no-dualidad. Recordemos que más atrás mencionábamos como Fritjoff Capra había observado que entre las conclusiones más sorprendentes derivadas del estudio de la física moderna se contaban los límites de la objetividad, es decir, que nuestras herramientas de percepción y de raciocinio (sentidos físicos y mente) tienen alcances limitados; la ilusión de la materia (la materia no es sino una manifestación local de algo infinitamente más sutil); la unidad del universo (el vacío separaba, pero el "éter" unifica e interrelaciona todo en el gran "océano cósmico".

 

Los que rasgaron el Velo.

Es interesante observar, a propósito del concepto de maya dado por el sistema de la escuela Advaita y definido en términos de esa poderosa ilusión puesta en marcha de manera "misteriosa" en el presente universo, que muchos otros pensadores y místicos han hablado de nuestra experiencia en la 3ra. densidad en términos similares. G.I. Gurdjieff, el notorio místico ruso de principios del siglo XX, señalaba que nuestra particular percepción del planeta sobre el que vivimos, la Tierra, es totalmente imaginaria, según un concepto que podría ser mejor entendido si hacemos una pequeña extrapolación y decimos que considerar a nuestra Tierra tridimensional como un cuerpo completo es tan iluso como pensar que una sección infinitamente delgada de una manzana (cortada, como si dijéramos, con un cuchillo extraordinariamente afilado hasta formar una película del grueso de un átomo) es lo mismo que la manzana completa. Decía Gurdjieff: "Solamente un cuerpo hexadimensional (de seis dimensiones) puede ser completamente real. Un cuerpo pentadimensional (de cinco dimensiones) no es otra cosa más que una manifestación incompleta o parcial de un cuerpo hexadimensional, así como un cuerpo tetradimensional es una manifestación incompleta de un cuerpo pentadimensional, y un cuerpo tridimensional es una manifestación incompleta de un cuerpo tetradimensional. Y, por supuesto, podemos decir que un plano es una visión incompleta de un cuerpo tridimensional, es decir, tan solo la apreciación de uno de sus lados. De la misma manera una línea es una visión incompleta de un plano y un punto es una visión incompleta de una línea (...) El 'globo terrestre' es un cuerpo imaginario. Es la sección de la sección de la sección de la Tierra de seis dimensiones" (De "En Búsqueda de lo Milagroso", 1949; Gurdieff citado por Ouspenski).

Esta cita de boca de Gurdjieff se remonta, según las estimaciones de Ouspenski, a una época cercana al año 1916, cuando apenas un año antes Einstein publicaba su "Teoría General de la Relatividad"; Planck recién postulaba su teoría de que la energía viaja en discretas unidades llamadas "quanta", y Rutherford apenas en la década precedente había afirmado que el átomo consistía en su mayor parte de espacios vacíos, con un núcleo eléctricamente positivo en el centro y una nube de electrones eléctricamente negativos en la periferia. Pero por otro lado, es la opinión de muchos exponentes de filosofías de tipo hermético que el conocimiento más profundo de la realidad de las cosas ha sido trasmitido ininterrumpidamente desde tiempos inmemoriales, pero que ha sido patrimonio de unos pocos seres, los así llamados "iniciados", quienes por lo común han sido compelidos a preservarlo en su carácter de conocimiento arcano y secreto.

 

Como consecuencia de esta condición que podríamos llamar de "obnubilación de la consciencia" propia de la experiencia existencial en la tercera densidad, Gurdieff afirmaba que el ser humano se encontraba "dormido" y que ninguno de sus actos tenía trascendencia alguna mientras no despertara de su sueño. Agregaba que el hombre se encontraba en una prisión, y hablaba de la limitación de nuestros sentidos físicos y nuestra capacidad de percepción disminuida como si fueran semejantes a los muros de una prisión. Él sugería que la finalidad última de la existencia bajo semejantes condiciones es justamente la de aprender el arte de la "escapatoria". En su obra "En Búsqueda de lo Milagroso", el eminente matemático Ouspenski reproduce extractos de sus conversaciones con el místico del Cáucaso, quien le dijera alguna vez: "Usted no se da cuenta de su situación. Usted está dentro de una prisión. Lo único que puede esperar, en caso de ser un hombre sensato, es escapar... Más aún, nadie puede escapar sin la ayuda de aquellos que ya escaparon con anterioridad. Solamente ellos pueden decir de qué manera es posible efectuar el escape". Ouspenski relata como Gurdjieff pensaba que esta era una empresa para la que necesariamente se requería de un esfuerzo conjunto que, sin embargo, solo podía tener posibilidades de éxito en la medida en que el hombre cayera en la cuenta de su estado: "...para que un hombre que se encuentra encerrado dentro de una prisión pueda en determinado momento tener posibilidades de efectuar con éxito un escape, debe primero caer en la cuenta de que se encuentra prisionero. Mientras no se de cuenta clara de esto, mientras siga pensando que es libre, no tiene posibilidad alguna de éxito" (ibídem)

 

"Platón también tenía una opinión similar acerca del presente estado del hombre, que explicaba de manera bastante clara por medio de su alegoría de la "caverna de las sombras". En el libro VII de su obra "La República", el filósofo griego compara a la humanidad presente con un grupo de prisioneros confinados desde su nacimiento dentro de una caverna oscura y encadenados por sus cuellos y piernas en una posición tal que les es imposible moverse o girar sus cabezas. Imagina que a sus espaldas, y por arriba de sus cabezas, hay una abertura en el techo de la caverna como única fuente de luz, y que entre esta abertura y la fila de prisioneros, hay una especie de tarima por la que pasa constantemente un desfile de hombres portando toda clase de estatuillas de madera y piedra con diversas formas de animales y otros objetos variados, de forma tal que los prisioneros encadenados solo alcanzan a ver la sombra de estos objetos proyectada por la luz contra la pared de piedra que tienen frente a sus ojos, tomando estas proyecciones por la suma total de los fenómenos de su mundo y permaneciendo en su gran mayoría ignorantes del hecho de que solo se trata de imágenes distorsionadas de la realidad. Es interesante observar como esta alegoría platónica de la situación de la presente humanidad lleva implícita la sugerencia de que nuestros sentidos solo alcanzan a aprehender un número menor de dimensiones de las que en realidad tienen los objetos que producen las sombras; es decir, vemos proyecciones bidimensionales (planas) de objetos que en realidad tienen tres dimensiones (estatuillas de madera y piedra) por una especie de fenómeno de degradación perceptiva. Por extrapolación podemos suponer que todos los objetos de tres dimensiones que vemos en nuestro mundo (sillas, casas, animales, montañas, personas...) son en realidad proyecciones de objetos que pertenecen, cuando menos, a un mundo "superior" de cuatro dimensiones, con lo cual la sabia admonición de que el universo es totalmente simbólico cobra aun mayor significación. De la misma manera se infiere que todo proceso cognoscitivo real implica el trascender las proyecciones distorsionadas del mundo, que tomamos como reales (las sombras de la caverna), para leer de las fuentes mismas que originan todos los fenómenos, que se han denominado con la palabra "arquetipos" (del Griego "arkhetupos" que significa "original"). Carl Gustav Jung decía que los arquetipos son las "imágenes primordiales" que residen en el inconsciente colectivo (o el banco de datos que reúne todos los sentimientos, pensamientos y memorias compartidas por los miembros de la raza humana) y que se manifiestan simbólicamente con el ropaje de los mitos, las religiones, los cuentos de hadas y las fantasías subconscientes.

 

Así, según las claves proporcionadas por hombres como Platón y Gurdjieff, podemos concluir que el "grueso" de la realidad escapa a nuestros sentidos físicos y que solo alcanzaremos a conocer la realidad de las cosas cuando hayamos hecho un esfuerzo por "despertar", por "romper los muros de la prisión", percibir con sentidos diferentes a los que nos otorgan nuestras presentes "percepciones degradadas", etc., etc.

 

El África interna.

A propósito de las empresas contemporáneas puestas en marcha con la finalidad de rasgar el "velo de maya" y tener un atisbo de la verdadera realidad de las cosas, el llamado "Material de Ra" es el fruto de un equipo tripartito de trabajo (Elkins, Rueckert y McCarty), y al igual que el de Seth mencionado anteriormente, ha sido objeto de un severo escrutinio por parte de numeroso de escépticos. Sus protocolos de acceso a la información también rompen con el paradigma de la ciencia materialista y son parte de una revolución epistemológica que, se podría decir, se remonta a principios de la segunda mitad del siglo XX, a resultas del desencanto globalizado y el creciente cuestionamiento de la efectividad de la ciencia materialista para sondear la última realidad de las cosas y ofrecer explicaciones plausibles.

 

A partir de la década de 1950, muchos investigadores afincados en el área de la psicología cognoscitiva se dieron a la tarea de explorar la mecánica de nuestras percepciones y los procesos relacionados con el acceso, procesamiento y almacenamiento de información, así como la formación de conceptos relativos a nuestra realidad. Como resultado de la sistematización de las técnicas de hipnoterapia y las exploraciones de los llamados "estados alterados de consciencia", se pudo determinar que existen métodos para ganar acceso a realidades subconscientes o "supraconscientes", y a información que por su naturaleza no es susceptible de ser acopiada por medio de los sentidos físicos. Así, se inició el proceso de exploración de estos territorios ignotos, esta África de nuestra realidad de intramuros, de igual manera que los primeros exploradores europeos se adentraron en el llamado continente negro sin mayor conocimiento de la vastedad y maravilla del entorno virgen que se abría ante ellos, para comenzar a trazar los primeros mapas que serían utilizados por posteriores expedicionarios.

 

Se comenzaron a registrar los resultados de las sesiones de trabajo desarrolladas en ambientes controlados según protocolos diversos que incluían hipnosis, psicoterapia, estados de trance y otros, y se engrosaron numerosas bitácoras de viaje con reportes descriptivos que, al igual que los diarios de expedición de exploradores como Livingstone, Stanley y Speke, ofrecían atisbos de esta realidad "supramundana" para posterior análisis y elaboración por parte de variados estudiosos y académicos.

(continua en Parte II)

 

 

 

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