Cuadragesimosegundo Día
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Todos
los presentes en Poitiers, los Señores del Perro Guillermo Plasian, Guillermo
de Nogaret, Guillermo Imbert de París, y Clemente V, el Hombre de
Piedra Charles de Tharsis, y el Iniciado Hiperbóreo, y Rey de Francia, Felipe
el Hermoso, coinciden en que las mayores posibilidades de triunfar sobre el
Enemigo dependen del empleo de un arma secreta: la astucia. La
astucia es el resultado evolutivo de un instinto animal y caracteriza la
conducta del animal hombre u hombre anímico, es decir, el hombre dotado de
cuerpo y Alma Creada. Pero también existen hombres que poseen Espíritu
Increado, aunque en la mayoría de los casos éste se encuentra subsumido en el
Alma Creada y por eso se dice que tales hombres están espiritualmente dormidos:
ellos también pueden manifestar la astucia anímica pues el Espíritu dormido o
estratégicamente confuso es incapaz de impedirlo. Pero algo muy diferente
ocurre cuando el hombre es efectivamente espiritual, lo que sólo puede
afirmarse si se trata de un Iniciado en la Sabiduría Hiperbórea: en ese caso su
conducta está regida por el Honor y no sólo carece de astucia sino de cualquier
otra característica del animal hombre, tal como la cobardía, la maledicencia,
la infidelidad, la mentira, la envidia, la calumnia, la insidia, la traición,
etc. Mas ¿qué es el Honor del Iniciado Hiperbóreo?: el acto de su Voluntad Graciosa, es decir, el acto de su Espíritu
Eterno, que es pura Gracia. Ninguno
de los presentes, por ejemplo, poseía astucia en la personalidad pues el Honor
los había guiado a lo largo de sus vidas; y ahora demostraban un acto del Más
Alto Honor al luchar con todas sus fuerzas por el triunfo del Pacto de Sangre.
Pero los Golen
conocían esto y contaban con la ingenuidad de los Iniciados Hiperbóreos para
derrotarlos; Ellos, en cambio, eran pura
astucia y su principal arma se llamaba engaño,
pálido reflejo del Gran Engaño con que el Dios Uno disfrazó su miserable
Creación. De allí que no esperasen jamás una reacción astuta procedente de los
Iniciados, a quienes creían siempre dispuestos a ser engañados y traicionados.
–“Ya fueron traicionados una vez, al Principio –se burlaban, torciendo la boca–
y lo serán siempre. ¡Pretenden ser Gallos, y sólo son estúpidas gallinas de
corral! Con su Honor de otro mundo, tarde o temprano nos ofrecerán la espalda;
y entonces nuestros puñales de este mundo acabarán con ellos”–. Sin dudas, los
Golen cometían un error de apreciación al confiar
en el Honor de los Iniciados Hiperbóreos: según los principios de la guerra, las creencias del Enemigo son debilidades
que pueden ser explotadas en provecho propio. Los Iniciados Hiperbóreos carecían de astucia pero sabían
qué era la astucia; y podrían emplearla como arma estratégica para sorprender
al Enemigo. He aquí el concepto que se definía en Poitiers: si los Golen creían
que sus enemigos actuarían con Honor, y éstos estaban alertados, entonces los
ingenuos serían ellos; luego, podrían ser engañados por medio de la astucia,
que Ellos no esperaban, y conducidos a una trampa mortal. Y el Honor de los
Iniciados quedaría a salvo porque nada en sus Espíritus cambiaría ni afectaría
su orientación estratégica hacia el Origen: en medio de una acción de guerra,
los Iniciados habrían jugado con la ilusión, aparentando ser lo que no eran; si
los Golen, maestros en el arte de manipular la ilusión del Mundo Creado, caían
en el simple encantamiento de los Iniciados, ello sólo se podría calificar como
explotación del error del Enemigo, algo perfectamente legítimo de acuerdo a las
leyes de guerra.
Si los Templarios
fuesen atacados desde todos los flancos a la vez, con seguridad se defenderían,
con resultados imprevisibles; por el contrario, si el ataque provenía ostensiblemente del campo del Rey de
Francia, mientras que por el lado del Papa, en quien deberían confiar, hallaban protección, descuidarían ese
costado y serían fatalmente derrotados: la astucia estratégica consistiría en
lograr esa confianza en el Papa para que éste los pudiese entregar, desarmados, al Rey de Francia.
Con otras palabras, la Estrategia exigiría montar una escena con el suficiente
realismo como para engañar a los Golen: al principio, no tendrían que sospechar
el argumento de la comedia; luego del desenlace, ello ya no importaría. Los
principales actores serían el Papa y el Rey de Francia: el Papa fingiría
proceder de buena fe, pero demostraría estar temeroso de las represalias
reales; haría promesas y trataría de ganar
la confianza del Enemigo, que lo creería
amigo; Felipe el Hermoso, por su parte, representaría al soberano
intolerante y ambicioso, procurando atraer sobre sí toda la atención del
Enemigo: esto ayudaría al papel de Clemente
V. Cuando todo estuvo listo
en Poitiers, se levantó el telón y comenzó el primer acto del drama: éste se
inició con la publicación de una Cruzada contra Andrónico Paleólogo, Emperador
de Constantinopla, a quien se acusó de mantener el cisma de la Iglesia griega.
Desde la caída de San Juan de Acre, la Orden del Temple se había retirado a
Chipre, donde sostenía una guarnición regular, en tanto, que la Orden de los
Hospitalarios hacía lo propio en la isla de Rodas. Con el fin de establecer su
participación en la Cruzada, Clemente V citó
en Francia al Gran Maestre del Temple Jacobo de Molay. Una vez en su presencia,
con total ingenuidad, el Papa manifestó su intención de concretar la vieja idea
de Gregorio IX de fusionar todas las Ordenes militares: tal idea, por
supuesto, causaba horror a los Templarios pues la integración con una Orden
exotérica pondría sus secretos al descubierto. Sin sospechar la celada,
el Gran Maestre intentaría persuadir al Papa sobre lo inconveniente de
semejante medida: según su impresión, no sería difícil engañar a una mente
simple como la de Clemente V.
Luego de la
demencial caída del Golen Bonifacio VIII, los Golen estaban alertados sobre la
ofensiva de los Domini Canis, y
sabían a qué atenerse con respecto a la elección de Clemente V.
Sin embargo, consideraban a éste sólo un instrumento de Felipe el Hermoso y su
entorno de “hijos de las tinieblas”: la impresión del Gran Golen Jacobo de
Molay lo confirmaba; el Papa era permeable a la influencia afectiva. El Gran Maestre se entre-tendría,
pues, en ganar la amistad del Pontífice, sin imaginar que en París, Nogaret y
Guillermo Imbert preparaban su ruina. Y en pocos meses, Clemente V conseguiría
que el Jefe Golen no desconfiase de su buena fe.
Enguerrand de
Marigny y Guillermo de Nogaret fueron elevados a los dos más importantes
puestos de Francia: Coadjutor del
Reino y Guarda-sellos del Rey,
respectivamente. Con ese poder, pusieron en práctica una operación secreta que
tenía por objetivo la ejecución de una acción simultánea y eficaz en todo el
Reino: tal acción se concretó
el 13 de Octubre de 1307, cuando todos
los Caballeros Templarios de Francia, incluido su Gran Maestre, fueron
detenidos bajo la acusación de herejía. En verdad, los cargos
acumulados por Nogaret eran múltiples y variados, pero se hacía hincapié en la
herejía para obtener la intervención del Tribunal de la Inquisición, que en
Francia estaba presidido por Guillermo Imbert de París. Pronto se vio el éxito
estratégico de los Domini Canis:
mientras el Gran Maestre recibía solicitudes de los Caballeros para resistir el
arresto, y vacilaba sobre la actitud a asumir, Guillermo de Plasian le entrega un mensaje donde el Papa le
garantiza su ayuda y le aconseja que renuncie a defender a la Orden y se someta
a su voluntad. Es así como el Gran Maestre ordena rendirse a todos los
Caballeros, y él mismo confía en la intervención papal. Además, según creían
los Golen, aún poseían bastante peso dentro de la Orden de Predicadores
domínicos.
Felipe el Hermoso no pierde el
tiempo: sin resistencia, sus tropas ocupan todas las propiedades templarias. El
terror cunde en la Orden enemiga; cientos de Caballeros y monjes son
encarcelados. Por este firme procedimiento nadie duda de la seriedad de
la acusación y pronto se consigue reunir suficientes testigos y pruebas como
para asegurar su liquidación. Además de la Inquisición, Felipe el Hermoso
convoca a los Concilios provinciales, a la Universidad de París y a los Estados
Generales para juzgar a la Orden. De ese modo, al ir emergiendo de las
tinieblas de su fundamento diabólico, todo el pueblo de Francia asistiría a la
exhibición de la filosofía secreta templaria y conocería sus costumbres
depravadas. Es lo que ocurre durante los tres años de público proceso, cuando
el asombro, la repugnancia, y el horror de los franceses no conocen límites.
Pero lo más asombroso quizá sea que durante ese lapso los Templarios
continuasen creyendo que un acto salvador de parte del Papa los libraría de la
condena.
En el proceso se consigue probar que
los Templarios profesaban las siguientes ideas y costumbres: I- los altos
dignatarios de la Orden sostenían que Cristo, al que misteriosamente
denominaban Navután, había sido un
impostor y no el Dios verdadero; II-
Cristo nunca fue crucificado para la redención del género humano; III- la cruz no sería, así, el
instrumento de su pasión, sino una creación del propio Cristo Navután, a la que
habría llamado Vruna; IV- todos los Caballeros, cualquiera fuese
su grado o condición, debían escupir periódicamente aquel Símbolo del Mal, a
fin de desagraviar al Dios Creador: por lo tanto, se probó que al menos una
vez, todos los Templarios habían escupido el crucifijo; V- en consecuencia, renegaban de la Virgen Santa; VI- oficiaban la misa según un canon
propio y en una lengua extraña, que después se comprobó era el hebreo; VII- adoraban un ídolo hermafrodita de
espantosas facciones al que se referían bajo el apodo de Bafomet o Bafoel pero
cuyo nombre, que jamás pronunciaban sin palidecer, era Bera; VIII- pretendían
que aquel ídolo representaba a un Dios más poderoso que Cristo, quien, a
diferencia del Mesías, se manifestaba con mayor frecuencia entre los hombres; IX- afirmaban que ese abominable Demonio
les impuso, desde los días de San Bernardo, la obligación de practicar la
sodomía, vicio al que se habían habituado y constituía una costumbre natural
entre los superiores de la Orden; X-
el Gran Maestre, y los Grandes Priores o Preceptores, realizaban una ceremonia
secreta en la que ofrendaban sacrificios humanos a Bafomet, en especial niños; XI- el Ritual exigía la incineración de la víctima en un horno
dispuesto para tal fin; XII- con las
cenizas calcinadas los Templarios elaboraban una lejía humana, y la conservaban en secreto como el Bien más
preciado; XIII- creían firmemente
que aquella lejía tenía el poder de lavar la unción de los sacramentos
cristianos: según confesaban, mediante dicha lejía habrían anulado los efectos
del bautismo y de la comunión, a los que consideraban “conjuros de la Cruz”,
etc.
Desde un principio
los Domini Canis decidieron
distinguir entre “Templario” y “Golen”. En la Edad Media era normal que en un
juicio por herejía se absolviese a los acusados que confesaban espontáneamente,
se arrepentían, y aceptaban los sacramentos cristianos; en el proceso a los
Templarios tal posibilidad fue ofrecida reiteradamente y muchos se avinieron a
confesar lo que sabían. Sin embargo, los Domini Canis no estaban
dispuestos a permitir que los Golen pudiesen zafar de la trampa: para Ellos,
que jamás habían perdonado, no habría perdón; sólo a los “Templarios”, es
decir, a los Caballeros no iniciados en el Culto a Bafomet, se les brindaría la
oportunidad de salvar la vida a cambio de su testimonio.[1] Fue
así que se consiguió reunir una abrumadora cantidad de pruebas contra los Golen
de la Orden aportadas por sus propios miembros, herejes confesos y
arrepentidos. Y entonces el proceso se tornó irreversible, pues ni el Papa ni
nadie podrían salvar a la Orden una vez que el pueblo y la Iglesia tomaran
conocimiento de sus herejías y aberraciones: la Estrategia de Felipe el Hermoso y el Circulus Domini Canis había triunfado, ahora definitivamente,
sobre los planes de la Fraternidad Blanca; los Golen no sos-pecharon la comedia
representada por Clemente V hasta
que fue demasiado tarde; la Orden del Temple, encargada de fundar la Sinarquía
Universal, sería destruida.
De ese modo, los Golen de la Orden
del Temple fueron exterminados sin piedad, recibiendo en carne propia la
medicina que en tantas ocasiones administraron a los partidarios del Pacto de
Sangre: irónicamente, el Tribunal de la Inquisición, del que se valieron para
terminar con los Cátaros, ahora los condenaba de manera inapelable a morir en
la hoguera: como en el arte marcial del jiu
jitsu, el Enemigo aprovechó sus propias
fuerzas para derrotarlos.
Jamás olvidarían
los Golen el proceso a los Templarios. Especialmente recordada sería la fecha
del 10 de Mayo de 1310: ese día, en el Concilio de Senz, cuyo obispado ejercía
Philippe de Marigny, hermano de Enguerrand fueron quemados a fuego lento 56
Caballeros Templarios, la flor y nata de la Jerarquía Golen. Desde que los Señores de Tharsis
incendiaron el Bosque Sagrado, e hicieron perecer a los 20 de Cartago, los
Golen no habían tenido un día tan aciago como ese 10 de Mayo. Maniatados
cada uno de espaldas a un robusto poste, el medio centenar de Golen de Senz
formaba una larga fila de condenados, una procesión de espectros marchando
hacia el Infierno; a los pies de cada poste, la leña apilada auguraba el
próximo fin de los Sacerdotes del Dios Uno. Antes que los hermanos menores
arrojasen la tea encendida, un Caballero del Rey Felipe, un monje guerrero de
alguna Orden desconocida, se acercaba a los herejes y pronunciaba en voz baja
unas palabras, que los presentes tomaban como una piadosa oración. Sin embargo,
al oírla, el rostro de los Golen se descomponía de odio, y algunos prorrumpían
en atroces maldiciones: aquellas palabras decían, simplemente: –¡Por Navután y la Sangre de Tharsis!
Al completar la fila, mientras los
Golen elevaban su Alma a Jehová Satanás y reclamaban un castigo indescriptible
para el Hombre de Piedra, aquel Caballero, que no era otro más que Charles de
Tharsis, hizo una señal a los Verdugos, y las hogueras comenzaron a arder.
Pronto los Golen, y sus sueños sinárquicos, no fueron más que cenizas; un
puñado de vil ceniza que no alcanzaría para lavar el daño causado a la Casa de
Tharsis y a tantos otros que cayeron aniquilados por oponerse a esos sueños
demenciales.
Para completar la
obra se requería legalizar el resultado de la Estrategia de Felipe el Hermoso.
Con ese propósito el Papa convocó el Concilio Ecuménico de Viena, de Octubre de
1311 a Mayo de 1312. Aunque derrotados en todos los frentes, los Golen aún
tuvieron fuerzas para presionar e intentar impedir que se acordase la extinción
de la Orden. Hubo una conferencia secreta entre cinco Cardenales fieles a
Felipe el Hermoso y seis delegados del Concilio, en la que se les informó a los
últimos sobre las terribles consecuencias que traería oponerse al Rey de
Francia y absolver a la Orden, pese a las irrefutables pruebas reunidas en su
contra. Pero el terror desatado era muy grande, y, entre el castigo del Rey y
la venganza de los Golen, muchos permanecieron indecisos. Los representantes
del Rey ante el Concilio, Guillermo de Nogaret, Guillermo Plasian, Charles de
Tharsis, Enguerrand de Marigny, etc., hicieron gala de su elocuencia para
persuadir a los Obispos sobre la necesidad que tenía la Iglesia y la
Cristiandad de suprimir aquel foco de herejía. Hubo, incluso, un momento, hacia
el mes de Marzo de 1312, en que el Rey amenazó avanzar con sus tropas sobre
Viena y ajustar las cuentas allí mismo con los partidarios de los Golen: a la
sazón llegó hasta Lyon con su hermano Carlos, sus hijos, y un poderoso
regimiento de Caballeros. Al fin, el 22 de Marzo de 1312, se votó la extinción
de la Orden y la confiscación de todos sus bienes en favor de la Orden de
Hospitalarios de San Juan, de la Iglesia, y del Reino de Francia. No obstante,
existían tantas dudas sobre el acuerdo del Concilio, especialmente porque
quienes habían votado en secreto, negaban en público haberlo hecho, que el Papa
se vio obligado a zanjar la cuestión mediante un decreto: en la bula Considerantes Dudum declara abolida la
Orden del Temple “de manera provisoria” hasta tanto no se expida de modo
definitivo el Tribunal del Santo Oficio, cosa que éste ya había hecho: “non per modum definitivae sententiae, sed
per modum provisionis… apostolicae”.
La bula y el
decreto del Concilio de Viena son remitidos a todos los países cristianos para
su ejecución: la Orden local debe ser extinguida, sus miembros tomados
prisioneros y procesados por herejía. En Aragón, los Caballeros se fortifican y
resisten, debiendo ser sometidos por Jaime II en campañas militares. Los de Navarra,
donde reinaba Felipe el Hermoso, se rinden sin chistar, al igual que los de
Castilla y Portugal. En todos los casos, los que son absueltos, así como las
propiedades de la Orden, que eran muchas, pasan a integrar la Orden del
Hospital u otras Ordenes creadas para tal fin. En Huelva, el Castillo de Aracena es desalojado y
reemplazada su guarnición con tropas portuguesas, pero más adelante sería
entregado a la Orden de Santiago; antes de partir, los Golen sellan la entrada
a la Caverna de Dédalo, donde un lago de betún recordaría por siglos los
infernales poderes de Bera y Birsa.
El Convento de la Rábida pasó
entonces a la Orden de San Fran-cisco. Ello, sin embargo, no impidió que los
Golen continuasen preparando la venida de Quiblón, de acuerdo a las Ordenes de
Bera y Birsa. Por el contrario, los Golen, que consideraban a Rus Baal
como el Santuario más sagrado de España, dispusieron que el Convento fuese
lugar de retiro y clausura para su plana mayor. El Culto de la Virgen de los
Milagros se había impuesto ya en una vasta región de Andalucía, pero el que más
fervor despertaba en la feligresía, era el Culto a la Virgen de la Cinta,
protectora de los marinos y propietarios de barcos, a quien se consideraba
patrona de Huelva. Esta afirmación popular de la Gran Madre Binah se debía,
sobre todo, a la incansable tarea de “purificación” efectuada por los
Templarios, pero que ahora sería continuada con no menos dedicación por los
frailes de San Francisco. Lo
que habría de ceder, en cambio, sería la lucha abierta contra la Virgen de
Agartha, dado que la momentánea pérdida de Poder de los Golen les impediría
sostenerla adecuadamente.
Estos
cambios, como es natural, trajeron tranquilidad a los descendientes de
Vrunalda, pues la Caverna Secreta se vio libre, por el momento, de las
acechanzas Golen. Ya en 1312, un Noyo se había instalado de manera permanente
frente a la Espada Sabia.
Los principales
jefes Templarios, el Gran Maestre Jacobo de Molay y otros tres Golen,
continuaban prisioneros en la Casa del Temple de París. Durante tres años se
les aplicó sistemáticamente el tormento con el propósito de hacerles confesar
ciertos aspectos sutiles de la organización templaria; dos datos interesaban especialmente a los Domini Canis: deseaban conocer las
vinculaciones con Oriente, con la Fraternidad Blanca, si existía una ruta
segura hacia la Morada de los Inmortales; y saber si permanecían actual-mente
en Francia, o en algún otro lugar de Europa, agentes de las Potencias de la
Materia, Maestros de la Fraternidad Blanca, Inmortales Golen, etc. a los que se
procuraría capturar de inmediato. Sin embargo, con todo lo terrible que
puedan ser considerados, aquellos tormentos eran meras caricias frente a las
refinadas torturas que los Golen aplicaron en más de una oportunidad a los
Señores de Tharsis. De todos modos, un bando de Nogaret anunció que el 23 de
Marzo de 1314 los herejes serían ajusticiados en la Isla de los Judíos, un
islote frente al palacio real donde los domínicos solían quemar a los hijos del
Pueblo Elegido.
El día señalado, Jacobo de Molay,
Godofredo de Charnay, Hugo de Payrand, y Godofredo de Gonneville, Sacerdotes
que habían dominado los más secretos conocimientos del Pacto Cultural, eran
amarrados a las estacas y entregados a la purificación del fuego. Felipe el
Hermoso, el Circulus Domini Canis en pleno, y numerosos
Señores de Tharsis venidos desde el Sur de Francia para la ocasión,
contemplaron la ígnea escena que cerraba una etapa histórica, un período
caracterizado por los innobles ataques contra la Sangre Pura y el Espíritu
Eterno: la conspiración de los Demonios se consumía en esas cuatro hogueras, en
la Isla de los Judíos, en la Ciudad de París, el 23 de Marzo de 1314.
El
triunfo de la Estrategia Hiperbórea estaba asegurado; los planes de la
Fraternidad Blanca para instaurar la Sinarquía Universal, imposibilitados de
realizarse durante siete siglos; y la
venida a España de Quiblón, se retrasaría 180 años.
Cuadragesimotercer Día
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Síntesis
General de la Sabiduría Hiperbórea:
La posibilidad de instaurar la Sinarquía Universal en la Edad
Media se había esfumado en las Hogueras de la Inquisición. El Enemigo tardaría
setecientos años antes de acertar, en la Epoca actual, con otra posibilidad
semejante. Aquí sería, pues, el momento de abandonar el tema de la Sinarquía
Medieval y continuar con la historia de la Casa de Tharsis que, como adelanté
reiteradas veces, se trasladaría en parte a América y fundaría el linaje del
cual desciendo. Sin embargo, Estimado y atento Dr. Siegnagel, es mi deseo que
consiga Ud. comprender con la mayor profundidad posible la Sabiduría
Hiperbórea, porque ella es la causa verdadera del drama de la Casa de Tharsis.
Sé que en muchas partes la narración de la historia de la Casa de Tharsis ha
quedado oscurecida por la ausencia de detalles, por lo desconocida que resulta
al profano la Sabiduría Hiperbórea. Por eso, antes de continuar con el relato, me tomaré unos Días para exponer una “Síntesis
General” de lo ya visto sobre la Sabiduría Hiperbórea: fundamentalmente,
procuraré aclarar las principales ideas mencionadas o referidas hasta ahora.
Creo que la mejor manera de lograr este objetivo será describir cuatro conceptos de la Sabiduría Hiperbórea
y definirlos mediante un lenguaje accesible para Ud. Tales conceptos son: “La Cultura es un arma estratégica enemiga”,
“El Yo, en el Hombre Creado, es un
producto del Espíritu Increado”, “La
Alegoría del Yo prisionero”, y “La
Estrategia Odal de los Dioses Liberadores”. Mientras dure la exposición de estos temas subtitularé los Días:
“Síntesis General de la Sabiduría Hiperbórea”.
Desde luego, que
tal síntesis causará la natural interrupción del relato sobre la historia de la
Casa de Tharsis. Es por eso que, si está muy interesado en continuar con la
narración básica, le sugiero saltearse al día 49. En ese día prosigue la
historia y su expectativa quedará satisfecha, pero le advierto que es
indispensable que al final lea los
días pasados por alto, para completar su conocimiento general de la Sabiduría
Hiperbórea.
En la carta que
escribí el Tercer Día, expliqué que “el
principio para establecer la filiación de un pueblo aliado de los Atlantes
consiste en la oposición entre el Culto y la Sabiduría: el sostenimiento de
un Culto a las Potencias de la Materia, a Dioses que se sitúan por arriba del
hombre y aprueban su miserable existencia terrenal, a Dioses Creadores o
Determinadores del Destino del hombre, coloca automáticamente a sus cultores en
el marco del Pacto Cultural, estén o no los Sacerdotes a la vista”. El primer
concepto es fácil de comprender como consecuencia de esta definición. Para el
Enemigo del Pacto de Sangre, es decir, los miembros del Pacto Cultural, “la Cultura es un arma estratégica”. A
lo largo de toda mi carta, ya mostré sobradamente esa verdad en los múltiples
ejemplos en los que se vio a los miembros del Pacto Cultural ir dominando las
sociedades humanas mediante el control de las principales variables sociales.
Sin embargo, la Sabiduría
Hiperbórea afirma que el objetivo enemigo es más sutil y que su Estrategia
apunta a controlar el Espíritu del Hombre, en el hombre, vale decir, se propone
controlar su Yo.
Cuando se realiza
la crítica de la moderna cultura urbana del “Occidente cristiano” suelen
detallarse los “males” que ésta provoca en algunos individuos: la alienación;
la deshumanización; la esclavitud al consumo; la neurosis depresiva y su
reacción: la dependencia a diversos vicios, desde la narcosis hasta la
perversión del sexo; la competencia despiadada, motivada por oscuros
sentimientos de codicia y ambición de poder; etc. La lista es interminable,
pero todos los cargos omiten, deliberadamente, lo esencial, haciendo hincapié,
en males “externos” al Alma del hombre, originados en “imperfecciones de la
sociedad”. Como complemento de
esta fa-lacia se argumenta que la solución, el remedio para todos los males, es
“el perfeccionamiento de la sociedad”, su “evolución” hacia formas de
organización más justas, más humanas, etc. La omisión radica en que el mal, el
único mal, no es externo al hombre,
no proviene del mundo sino que radica en su interior, en la estructura de una
mente condicionada por la preeminencia de las premisas culturales que sustentan
el raciocinio y que le deforman su visión de la realidad. La sociedad
actual, por otra parte, ha logrado judaizar de tal modo al hombre corriente que
le ha transformado –milagro que no puede ni soñar la biología-genética– a su
vez en un miserable judío, ávido de lucro, contento de aplicar el interés
compuesto y feliz de habitar un Mundo que glorifica la usura. Ni qué decir que esta sociedad, con
sus millones de judíos biológicos y psicológicos, es para la Sabiduría
Hiperbórea sólo una mala pesadilla, la cual será definitivamente barrida al fin
del Kaly Yuga por el Wildes Heer[2].
En
las tradiciones germánicas se denomina Wildes Heer al “Ejército Furioso” de
Wothan. De acuerdo a la Sabiduría Hiperbórea, el Ejército de Navután se hará
presente durante la Batalla Final, junto al Gran Jefe de la Raza Blanca.
Es conveniente
resumir, ahora, varios conceptos complementarios de la Sabiduría Hiperbórea,
algunos de ellos ya explicados. Para la Sabiduría Hiperbórea, el animal-hombre,
creado por El Uno, es un ser compuesto de cuerpo físico y Alma. Como producto de una Traición
Original, perpetrada por los Dioses Traidores, el Espíritu Increado,
perteneciente a una Raza extracósmica, ha quedado encadenado a la Materia y
extraviado sobre su verdadero Origen[3].
El encadenamiento espiritual al animal hombre causa la aparición histórica del
Yo, un principio de Voluntad inteligente:
carente de Espíritu eterno, el animal hombre sólo poseía un sujeto anímico que le permitía adquirir
cierta conciencia y efectuar primitivos actos psicológicos mecánicos, debido al
contenido puramente arquetípico de tales actos mentales. Pero de pronto en la
Historia, por causa de la Traición Original, aparece el Yo en medio del sujeto anímico, sumido en él. Así,
el Yo, expresión del Espíritu, surge hundido en la entraña del Alma sin
disponer de ninguna posibilidad de orientarse hacia el Origen, puesto que él ignora que se encuentra en
tal situación, que hay un regreso posible hacia la Patria del Espíritu: el Yo está normalmente extraviado sin saber que lo está; y busca
el Origen sin saber qué busca. Los Dioses Traidores lo encadenaron al Alma del
animal hombre para que la fuerza volitiva de su búsqueda inútil sea aprovechada
por el Alma para evolucionar hacia la Perfección Final. Sumido en el sujeto anímico, el Yo
es incapaz de adquirir el control del microcosmos, salvo que pase por la
Iniciación Hiperbórea, la que produce el
efecto de aislar al Yo, del Alma, por medio de las Vrunas Increadas, reveladas
al hombre por Navután. Por eso la Sabiduría Hiperbórea distingue entre dos
clases de Yo: el Yo despierto,
propio del Iniciado Hiperbóreo u Hombre de Piedra; y el Yo dormido, característico del hombre dormido u hombre
“normal”, común y corriente, de nuestro días.
Refiriéndose al
hombre normal, se puede decir que el sujeto anímico, con su Yo perdido
incorporado, se enseñorea de la esfera psíquica, a la que puede considerarse, grosso modo, como compuesta de dos
regiones claramente diferenciables y distinguibles: la esfera de sombra y la esfera
de luz; ambas regiones están separadas por una barrera llamada umbral de conciencia. La esfera de
sombra guarda estrecha relación conceptual con la región de la psique
denominada Inconsciente que define
la Psicología Analítica del Dr. C. G. Jung. La esfera de luz, es
básicamente, la esfera de conciencia, donde discurre la actividad del sujeto
anímico consciente durante la vigilia. El Yo, que es esencialmente una fuerza
volitiva, nada tiene que ver con la naturaleza temporal del sujeto anímico,
pese a lo cual permanece sumido en éste, confundido en su historia,
artificialmente temporalizado, en
una palabra, dormido[4].
Por eso la Sabiduría Hiperbórea distingue clara-mente entre dos formas del Yo: El Yo perdido es característico del hombre dormido, del hombre extraviado
en el Laberinto de Ilusión del Gran Engaño[5]:
el hombre dormido es aquel animal hombre en cuya Alma está
encadenado, sin saberlo, un Espíritu
Increado.
El Yo despierto, es propio del hombre despierto, es decir, del animal
hombre cuyo Espíritu encadenado ha descubierto el Engaño y procura encontrar el
camino hacia el Origen, la salida del Laberinto. El hombre despierto, el
Iniciado Hiperbóreo es aquél capaz de actuar según el “modo de vida
estratégico” que exige el Pacto de Sangre. Es decir, aquél capaz de
aplicar los principios estratégicos de la Ocupación,
del Cerco, y de la Muralla Estratégica. Con respecto al
segundo principio, en lo que toca a la Función Regia, dije el Día Decimosexto:
Felipe IV deberá “aplicar el
principio del cerco en el espacio real ocupado”. Según esto, parecería que
el principio del Cerco radicase exclusivamente en el hombre despierto, quien
debería “aplicar” o “proyectar” tal principio en el área
ocupada; empero, de acuerdo al principio hermético: “El microcosmos refleja al macrocosmos”, principio que, tal como se
vio en la exposición de Bera y Birsa, es también cabalístico: Adam Harishón es el reflejo de Adam Kadmón;
¿quiere decir esto que el principio del Cerco ha de estar también presente en
el macrocosmos, por ejemplo como una ley
de la naturaleza? Si ocurriese así, tal vez se podría, al menos en teoría,
detectar en algún fenómeno característico una cierta función cerco, que nos revelase por otra vía, esta vez externa, el
principio estratégico mencionado. Aunque puedo adelantar que el resultado será
negativo, es conveniente examinar tal posibilidad de búsqueda externa pues su
análisis permitirá comprender diversos aspectos gnoseológicos y culturales que
afectan al hombre.
Si aceptamos el principio hermético
de equivalencia entre macrocosmos y microcosmos nos resultará evidente que todas las leyes del macrocosmos se
reflejan en leyes análogas del microcosmos. Pero tal correspondencia dista de
ser un mero reflejo pasivo entre estructuras. El hombre, al descubrir y formular leyes,
desequilibra esa relación y asume un papel destacado.[6] Como
consecuencia de esa actitud dominante aparece ahora, separando al Yo del
macrocosmos, un modelo cultural elaborado por un sujeto cultural en base a principios y conceptos de una estructura cultural. En la Sabiduría
Hiperbórea, Dr. Siegnagel, se definen y estudian estos tres elementos;
sintéticamente, le diré que el “sujeto cultural” es sólo el
sujeto anímico al actuar dinámicamente sobre una “estructura cultural”
constituida en la “esfera de sombra” de la psique; asimismo, cuando el sujeto
anímico actúa en la “esfera racional”, se lo demonina “sujeto racional”; y si
se manifiesta en la “esfera de conciencia”, “sujeto consciente”; pero siempre,
el Yo se encuentra sumido en el sujeto anímico o Alma, sea racional, cultural o
consciente su campo de acción.
Así, es el “modelo cultural” el principal
responsable de la visión deformada que el hombre tiene de sí mismo y del mundo,
dado que se interpone entre el
macrocosmos y el microcosmos. El modelo cultural es un contenido de la estructura
cultural de carácter colectivo o sociocultural; por lo tanto, consiste en un
conjunto sistemático de conceptos, propuestos por el sujeto cultural y
traducido a uno o dos lenguajes habituales, por ejemplo, matemático y
lingüístico. En resumen, el modelo cultural se compone, normalmente, de
principios matemáticos y premisas culturales. El Yo del hombre cuando se encuentra confundido con el
sujeto consciente, acepta solidariamente como representaciones de los entes
externos, como su verdad, los objetos culturales que proceden del modelo
cultural intermediario, objetos culturales cuyo significado ha sido propuesto
por el sujeto cultural como premisa en lenguaje habitual.[7]
Examinemos ahora
qué entiende el hombre por “ley de la naturaleza”. Sin entrar en complicaciones
se puede afirmar que una ley de la naturaleza es la cuantificación matemática
de una relación significativa entre aspectos o magnitudes de un fenómeno.
Aclaramos esta definición. Dado un fenómeno es posible que por la observación y
por la experimentación empírica se llegue a diferenciar ciertos “aspectos” del
mismo. Si de entre los varios aspectos que se destacan, algunos de ellos
resultan como “relacionados significativamente entre sí”, y si esa relación
posee probabilidad estadística, es decir, se repite un número grande de veces o
es permanente, entonces puede enunciarse una “ley de la naturaleza”. Para ello
hace falta que los “aspectos” del fenómeno puedan reducirse a magnitudes de tal
modo que la “relación significativa” se reduzca a “relación entre magnitudes” o
sea, a función matemática. Las “Leyes” de la física se han deducido de manera
semejante.
El concepto de
“ley de la naturaleza” que he expuesto es moderno y apunta a “controlar” el
fenómeno antes que a explicarlo, siguiendo la tendencia actual que subordina lo
científico a lo tecnológico. Se tienen así fenómenos “regidos” por leyes eminentes a las que no sólo se aceptan
como determinantes sino que se las incorpora indisolublemente al propio
fenómeno, olvidando, o simplemente ignorando, que se trata de cuantificaciones
racionales. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando se advierte el fenómeno de un
objeto que cae y se afirma que tal cosa ha ocurrido por que “actuó la ley de
gravedad”. Aquí la “ley de gravedad” es eminente, y aunque “se sabe que existen
otras leyes” las que “intervienen también pero con menor intensidad”, se cree
ciegamente que el objeto en su caída obedece
a la ley de Newton y que esta “ley de la naturaleza” ha sido la causa de su desplazamiento. Sin embargo
el hecho concreto es que el fenómeno no
obedece a ley eminente alguna. El fenómeno simplemente ocurre y nada hay en
él que apunte intencionalmente hacia una ley de la naturaleza, y menos aún una
ley eminente. El fenómeno es
parte inseparable de una totalidad que se llama “la realidad”, o “el mundo”, y
que incluye, en ese carácter, a todos
los fenómenos, los que ya han ocurrido y los que habrán de ocurrir. Por
eso en la realidad los fenómenos simplemente ocurren, sucediendo, quizá, a algunos que ya han ocurrido, o simultáneamente
con otros semejantes a él. El fenómeno es sólo una parte de esa “realidad
fenoménica” que jamás pierde su carácter de totalidad: de una realidad que no se expresa en términos de causa y
efecto para sostener el fenómeno; en fin, de una realidad en la cual el
fenómeno acontece independientemente
de que su ocurrencia sea o no significativa para un observador y cumpla o no
con leyes eminentes.
Antes de abordar
el problema de la “preeminencia de las premisas culturales” en la evaluación
racional de un fenómeno, conviene despojar a éste de cualquier posibilidad que
lo aparte de la pura determinación mecánica o evolutiva, según el “orden
natural”. Para ello estableceré, luego de un breve análisis, la diferencia
entre fenómeno de “primer” o de “segundo” grado de determinación, aclaración
indispensable dado que las leyes eminentes, corresponden siempre a fenómenos de
primer grado.
Para el gnóstico
“el mundo” que nos rodea no es más que la ordenación de la materia efectuada
por el Dios Creador, El Uno, en un principio, y a la cual percibimos en su
actualidad temporal. La
Sabiduría Hiperbórea, madre del pensamiento gnóstico va más lejos al afirmar
que el espacio, y todo cuanto él contenga, se halla constituido por
asociaciones múltiples de un único elemento denominado “quantum arquetípico de energía”, el cual constituye un término físico de la mónada
arquetípica, es decir, de la unidad formativa absoluta del plano arquetípico.
Estos quantum, que son verdaderos átomos
arquetípicos, no conformadores o
estructuradores de formas, poseen, cada uno, un punto indiscernible mediante el cual se realiza la difusión
panteísta del Creador. Es decir que, merced a un sistema puntual de contacto
polidimensional, se hace efectiva la presencia del Demiurgo en toda porción
ponderable de materia, cualquiera que sea su calidad. Esta penetración
universal, al ser comprobada por personas en distinto grado de confusión, ha
llevado a la errónea creencia de que “la materia” es la propia substancia de El
Uno. Tal las concepciones vulgares de los sistemas panteístas o de aquellos que
aluden a un “Espíritu del Mundo” o “Anima
Mundi”, etc. En realidad la materia ha sido “ordenada” por el Creador e
“impulsada” hacia un desenvolvimiento legal
en el tiempo de cuya fuerza evolutiva no escapa ni la más mínima partícula
(y de la cual participa, por supuesto, el “cuerpo humano”).
He hecho esta
exposición sintética de la “Física Hiperbórea” porque es necesario distinguir
dos grados de determinismo. El mundo, tal cual lo describí recién, se
desenvuelve, mecánicamente, orientado hacia una finalidad; éste es el primer grado del determinismo. Con
otras palabras: existe un Plan a cuyas pautas se ajusta, y a cuyos designios
tiende, el “orden” del mundo; la materia librada a la mecánica de dicho “orden”
se halla determinada en primer grado.
Pero, como dicho plan, se halla sostenido por la Voluntad del Creador, y Su
Presencia es efectiva en cada porción de materia, según vimos, podría ocurrir
que El, anormalmente, influyese de otra manera sobre alguna porción de
realidad, ya sea para modificar
teleológicamente su Plan o para expresar semióticamente su intención, o por motivos estratégicos; en ese caso estamos ante el segundo grado del determinismo.
Por “motivos
estratégicos” se entiende lo siguiente: cuando el hombre despierto emprende el Regreso al Origen en
el marco de una Estrategia Hiperbórea emplea técnicas secretas que permiten
oponerse efectivamente al Plan. En estas circunstancias el Creador, anormalmente, interviene con todo Su
Poder para castigar al intrépido.
Podemos ahora distinguir entre un fenómeno de primer grado y un fenómeno de segundo grado, atendiendo
al grado de determinación que involucra su manifestación. Debe comprenderse
bien que en esta distinción el acento se pone sobre las diferentes maneras con que el Demiurgo puede actuar sobre un mismo fenómeno. Por ejemplo, en el
fenómeno de una maceta cayendo desde un balcón a la vereda, no podemos ver otra
cosa que una determinación de primer grado; decimos: “actuó la ley de
gravedad”. Pero, si dicha maceta cayó sobre la cabeza del hombre despierto,
podemos suponer una segunda determinación o, con rigor, una “segunda
intención”; decimos: “actuó la Voluntad del Creador”.
Al primer y
segundo grado de determinación de un fenómeno se lo denomina también, desde
otro punto de vista, Primera y Segunda intención del Creador.
En general, todo
fenómeno es susceptible de manifestarse en primer y segundo grado de
determinación. Atendiendo a esta posibilidad convendremos lo siguiente: cuando
no se indique lo contrario, por “fenómeno”, se entenderá aquél cuya
determinación es puramente mecánica, es decir, de primer grado; en caso
contrario se aclarará, “de segundo grado” .
Sólo falta, ahora
que distinguimos entre “los dos grados del fenómeno”, aclarar la afirmación que
hice al comienzo de este análisis de que toda ley de la naturaleza, inclusive
aquellas eminentes, describen el comportamiento causal de fenómenos de primer
grado de determinación. Es fácil comprender y aceptar esto ya que cuando en un fenómeno interviene una
determinación de segundo grado, el sentido natural del encadenamiento mecánico
ha sido enajenado temporalmente en favor de una Voluntad irresistible.
En ese caso el fenómeno ya no será “natural” aunque aparente serlo, sino que
estará dotado de una intencionalidad superpuesta de neto carácter maligno para el hombre.
Por otra parte, el
fenómeno de primer grado, se manifiesta siempre completo en su funcionalidad, la cual es expresión directa de su
esencia, y a la que siempre será posible reducir matemáticamente a un número
infinito de “leyes de la naturaleza”. Cuando el fenómeno de primer grado es apreciado especialmente por una ley de la naturaleza, la cual es
eminente para uno pues destaca cierto
aspecto interesante, es evidente que no se está tratando con el fenómeno completo sino con dicho “aspecto” del
mismo. En tal caso debe aceptarse el triste hecho de que del fenómeno sólo será
percibida una Ilusión. Mutilado sensorialmente, deformado gnoseológicamente, enmascarado
epistemológicamente, no debe extrañar que los indoarios calificaran de maya, Ilusión, a la percepción
corriente de un fenómeno de primer grado.
Plantearé ahora un
interrogante, cuya respuesta permitirá encarar el problema de la “preeminencia de
las premisas culturales”, basado en las últimas conclusiones: “si todo fenómeno
de primer grado aparece necesaria-mente completo (por ejemplo: a las 6 A.M.
‘sale el sol’)”, ¿cuál es el motivo específico de que su aprehensión por
intermedio del “modelo científico o cultural” impide tratar con el fenómeno en
su integridad, y circunscribe en torno de aspectos parciales del mismo? (por
ejemplo cuando decimos: “la rotación terrestre es la causa que ha producido el efecto
de que a las 6 A.M. el sol se haya hecho visible en el horizonte Este”). En
este último ejemplo es evidente que al explicar el fenómeno por una “ley
eminente” no se hace más que referir a ciertos aspectos parciales (la “rotación
terrestre”) dejando de lado –no viéndolo– al fenómeno mismo (“el Sol”). La
respuesta a la pregunta planteada lleva a tocar un principio fundamental de la
teoría epistemológica estructural: la relación que se advierte entre
aspectos de un fenómeno, cuantificable matemáticamente como “ley de la
naturaleza”, se origina en la preeminencia de premisas culturales a partir de
las cuales la razón modifica la percepción del fenómeno en sí.
Demás está decir
que esto ocurre por el efecto “enmascaramiento” que la razón causa en toda
imagen reflexionada por el sujeto consciente: la razón “responde a la
interrogación”, es decir, a las flexiones del sujeto consciente, en el cual se halla sumido el Yo perdido.
Como si se tratase de una fantasía, la razón interpreta y conforma un esquema
racional de la re-presentación del ente fenoménico, esquema cuya imagen se
superpone a la representación y la enmascara, dotándola del significado
proposicional que determinan las premisas culturales preeminentes.
Cuando se efectúa
una observación “científica” de un fenómeno las funciones racionales se tornan
preeminentes a cualquier percepción, “destacando” con eminencia aquellos
aspectos interesantes o útiles y “desluciendo” el resto (del fenómeno). De este
modo la razón opera como si
enmascarara al fenómeno, previamente arrancado de la totalidad de lo real, y
presentara de él una apariencia “razonable” y siempre comprensible en el ámbito
de la cultura humana. Por supuesto que a nadie le importa que los fenómenos
queden, a partir de allí, ocultos tras su apariencia razonable; no si es
posible servirse de ellos, controlarlos, aprovechar su energía y dirigir sus
fuerzas. Al fin y al cabo una civilización científicotecnológica se
edifica sobre los fenómenos y aún contra ellos; ¿qué importa si una
visión racional del mundo recorta los fenómenos percibidos y nos enfrenta con
una realidad cultural, tanto más
artificial cuanto más ciegos estemos? ¿qué importa, repito, cuando tal ceguera
gnoseológica es el precio que se debe pagar para disfrutar de las infinitas
variantes que, en términos de goce y confort, ofrece la civilización
científica? ¿Acaso acecha algún peligro que no podemos conjurar técnicamente,
nosotros que hemos eliminado muchas y antiguas enfermedades, que hemos
prolongado la vida humana y creado un hábitat urbano con un lujo nunca visto?
El peligro existe, es real, y
amenaza a todos aquellos miembros de la humanidad que poseen ancestros
hiperbóreos; la Sabiduría Hiperbórea lo denomina fagocitación psíquica. Es un peligro de género psíquico y de orden
trascendente que consiste en la aniquilación metafísica de la conciencia,
posibilidad que puede concretarse en este o en otro Mundo, y en cualquier
tiempo. La destrucción de la conciencia sucede por fagocitación satánica, es decir, por asimilación del sujeto anímico a la substancia de
Jehová Satanás. Cuando tal catástrofe ocurre se pierde completamente toda
posibilidad de trasmutación y regreso al Origen.[8]
Sin
embargo, conviene repetir que es la confusión el principal impedimento para la
trasmutación del hombre dormido en Hombre de Piedra. Y, a la confusión
permanente, contribuye la ceguera gnoseológica que mencionaba antes, producto
de la moderna mentalidad racionalista. Se vive según las pautas de la “Cultura” occidental, la cual es
materialista, racionalista, cientificotecnológica y amoral; el pensamiento
parte de premisas culturales preeminentes y condiciona la visión del mundo
tornándola pura apariencia, sin que se note o se tenga idea de ello. La
Cultura, entonces, mantiene en la confusión e impide orientarse y marchar hacia
el centro de la reintegración psíquica, trasmutando al hombre dormido en Hombre
de Piedra. ¿Es por casualidad que tal cosa sucede? Lo he dicho muchas veces: la
Cultura es un arma estratégica, hábilmente empleada por quienes desean la
perdición de la Herencia Hiperbórea.
Se comprueba, así,
que el “modelo cultural intermediario”, entre el Yo y el macrocosmos, dificulta
enormemente la posibilidad de encontrar el principio del cerco en el mundo,
como ley de la naturaleza.
Cuadragesimocuarto Día
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Síntesis General de la Sabiduría
Hiperbórea:
Los conceptos complementarios precedentes,
han puesto de manifiesto el hecho de que una “ley de la naturaleza” se origina
en ciertas relaciones que el juicio racional establece entre aspectos
significativos. Mi propósito es dejar en claro que aunque dichos aspectos pertenecen verdaderamente al
fenómeno, la relación que dio lugar a la ley eminente ha sido creada por la
razón y de ningún modo puede atribuirse al fenómeno mismo. La razón, apoyada en
premisas culturales preeminentes, utiliza al mundo como modelo proyectivo o de representación de modo tal que un fenómeno
cualquiera exprese correspondencia
con una concepción intelectual equivalente. De este modo el hombre se sirve de
conceptos racionales del fenómeno que guardan una débil vinculación con el
fenómeno en sí, con su verdad.
Al efectuar razonamientos y
análisis sobre la base de tales conceptos se suma el error y el resultado no
puede ser otro que la paulatina inmersión en la irrealidad y la confusión. Este
efecto es buscado por el Enemigo, lo he dicho. Se verá luego cuál es el modo de
evitarlo que enseña la Sabiduría Hiperbórea.
Al
mencionar, anteriormente, el principio hermético dije que todas las leyes del
macrocosmos se reflejan en leyes equivalentes del microcosmos. Pero “las leyes
de la naturaleza” del macrocosmos no son sino representaciones de un modelo
matemático originado en la mente humana, es decir, en el microcosmos, según he
analizado. En el proceso que da lugar a la “idea científica” de un fenómeno
concurren elementos de dos fuentes principales: los “principios matemáticos” y
las “premisas culturales preeminentes”. Los “principios matemáticos” son
arquetípicos, provienen de estructuras psicológicas hereditarias: cuando
“aprendemos matemática”, por ejemplo, sólo actualizamos conscientemente un
número finito de sistemas formales que pertenecen al ámbito de la Cultura, pero
los “principios matemáticos” no son en verdad “aprendidos” sino “descubiertos”
pues constituyen matrices básicas de la estructura del cerebro. Las “premisas
culturales preeminentes” surgen de la totalidad
de los elementos culturales, aprendidos a lo largo de la vida, que obran como
contenido de los sistemas de la estructura cultural y a los cuales acude el
sujeto cultural para formular los juicios.
La
distinción que he hecho entre “principios matemáticos” y “premisas culturales
preeminentes”, como dos fuentes principales que intervienen en el acto mental
de formular una “ley de la naturaleza”, va a permitir exponer una de las
tácticas más efectivas que emplea el Creador para mantener a los hombres en la
confusión y el modo cómo los Dioses Leales la contrarrestan, induciendo
carismáticamente a estos a descubrir y aplicar la “ley del cerco”. Por eso he
insistido tanto en el análisis: porque nos hallamos ante uno de los principios
más importantes de la Sabiduría Hiperbórea y, también, uno de los secretos
mejor guardados por el Enemigo.
Cuando se conoce el principio que
dice “para la Sinarquía, la Cultura es un arma estratégica” suele pensarse que
el mismo se refiere a la “Cultura” como algo “externo”, propio de la conducta
del hombre en la sociedad y de la influencia que ésta ejerce sobre él. Este
error proviene de una incorrecta comprensión de la Sinarquía, a la cual se
supone sea una mera “organización política”, y del papel
que ella juega en el Plan del Demiurgo terrestre Jehová Satanás. La verdad es que el
hombre procura orientarse hacia el Origen y no lo consigue por el estado de
confusión en que se halla; a mantenerlo en ese estado contribuye la Cultura
como arma estratégica enemiga; pero si este ataque proviniera solamente de lo
exterior, es decir, de la sociedad, bastaría con alejarse de ella, con hacerse
ermitaño, para neutralizar sus efectos. Sin embargo está suficientemente
comprobado que la soledad no basta para evitar la confusión y que, por el
contrario, ésta suele aumentar en el retiro más hermético, siendo muy problable
que por ese camino se pierda la razón mucho antes de encontrar el Origen. Son
los elementos culturales interiores los que confunden, desvían, y acompañan al
hombre en todo momento. Es por eso que el Yo despierto debe liberarse previamente del obstáculo que imponen
los elementos culturales si pretende salvar la distancia que lo separa del
Origen.
Un Yo despojado de toda moral, de
todo dogma, indiferente a los engaños del mundo pero abierto a la memoria de
sangre, podrá marchar gallardamente hacia el Origen y no habrá fuerza en el
universo capaz de detenerlo.
Es
una bella imagen la del hombre que avanza intrépidamente, envuelto en el furor
guerrero, sin que los Demonios consigan detenerlo. Siempre la presentaremos;
pero, se preguntará: ¿cómo es posible adquirir tal grado de pureza? Porque el
estado normal del hombre, en esta etapa del Kaly Yuga, es la confusión.
Explicaré ahora, en respuesta a tan sensata pregunta, la táctica de los Dioses
Leales para orientar a los hombres
espirituales y neutralizar el efecto de la Cultura sinárquica.
En
el hombre dormido el Yo se halla sujeto a la razón. Ella es el timón que guía
el rumbo de sus pensamientos del que por nada del mundo se apartaría; fuera de
la razón están el miedo y la locura. Pero la razón opera a partir de elementos
culturales; ya se vio de qué manera las “premisas culturales preeminentes”
participan en la formulación de una “ley de la naturaleza”. De modo que el yugo
que el Enemigo ha ceñido en torno al Yo es formidable. Se podría decir, en
sentido figurado, que el Yo se
encuentra prisionero de la razón y
sus aliados, las premisas culturales; y todos comprenderían el sentido
de esta figura. Ello se debe a que existe una clara correspondencia analógica
entre el Yo, en el hombre dormido, y el concepto de “cautiverio”. Por esta
razón desarrollaré a continuación una alegoría,
en la cual se hará evidente la correspondencia apuntada, lo que permitirá
luego, comprender la estrategia secreta que los Dioses Leales practican para
contrarrestar el arma cultural de la
Sinarquía.
Comenzaré
a presentar la alegoría fijando la atención en un hombre, a quien han tomado
prisionero y condenado, de manera inapelable, a reclusión perpetua. El
desconoce esta sentencia, así como cualquier información posterior a su captura
procedente del mundo exterior, pues se ha decidido mantenerlo indefinidamente
incomunicado. Para ello ha sido encerrado en una torre inaccesible la cual se
halla rodeada de murallas, abismos y fosos, y donde resulta aparentemente
imposible todo intento de fuga. Una guarnición de soldados enemigos, a los
cuales no es posible dirigirse sin recibir algún castigo, se encargan de
vigilar permanentemente la torre; son despiadados y crueles, pero terriblemente
eficientes y leales: ni pensar en comprarlos o engañarlos. En estas condiciones
no parecen existir muchas esperanzas de que el prisionero recobre alguna vez la
libertad. Y, sin embargo, la situación real es muy otra. Si bien hacia afuera de la Torre la salida está cortada por murallas, fosos
y soldados, desde adentro es posible
salir directamente al exterior, sin tropezar con ningún obstáculo. ¿Cómo? Por
medio de una salida secreta cuyo
acceso se encuentra hábilmente disimulado en el piso de la celda.
Naturalmente, el prisionero ignora la existencia de este pasadizo como tampoco
lo conocen sus carceleros.
Supongamos
ahora que, sea porque se le ha
convencido de que es imposible escapar, sea porque desconoce su calidad de
cautivo, o por cualquier otro motivo, el prisionero no muestra predisposición
para la fuga: no manifiesta ni valor ni arrojo y, por supuesto, no busca
la salida secreta; simplemente se ha resignado a su precaria situación.
Indudablemente es su propia actitud negativa el peor enemigo ya que, de
mantener vivo el deseo de escapar, o aún, si experimentase la nostalgia por la libertad perdida, se
revolvería en su celda donde existe, al menos, una posibilidad en un millón de
dar con la salida secreta por casualidad. Pero no es así y el prisionero, en su confusión, ha adoptado una conducta
apacible que, a medida que transcurren los meses y los años, se torna cada vez
más pusilánime e idiota.
Habiéndose
entregado a su suerte, sólo cabría esperar para el cautivo una ayuda exterior,
la cual sólo puede consistir en la revelación
de la salida secreta. Pero no es tan simple de exponer el problema ya que
el prisionero no lo desea o no sabe que puede huir, según he dicho. Se deben,
pues, cumplir dos cosas: 1ro lograr que asuma su condición de prisionero, de
persona a quien han quitado la
libertad, y, en lo posible, que recuerde
los días dorados cuando no existían celdas ni cadenas. Es necesario que tome conciencia de
su miserable situación y desee ardientemente salir, previamente a: 2do
revelarle la existencia de la única
posibilidad de huir. Porque bastaría, ahora que el prisionero desea huir,
sólo con que sepa de la existencia
de la salida secreta; a ésta la buscará y hallará por sí mismo.[9]
Planteado
así, el problema parece muy difícil de resolver: es necesario despabilarlo, despertarlo de su letargo, orientarlo, y luego revelarle el secreto. Por eso es hora
ya de preguntarse: ¿hay alguien dispuesto a ayudar al miserable prisionero? Y
si lo hubiese ¿cómo se las arreglaría para cumplir las dos condiciones del
problema?
Debo
declarar que, afortunadamente,
hay otras personas que aman y procuran ayudar al prisionero. Son aquellos que
participan de su etnia y habitan un país muy, pero muy, lejano, el cual se
encuentra en guerra con la Nación que lo aprisionó. Pero no pueden intentar
ninguna acción militar para liberarlo debido a las represalias que el Enemigo
podría tomar sobre los incontables cautivos que, además del de la torre,
mantienen en sus terribles prisiones. Se trata pues de dirigir la ayuda de la
manera prevista: despertarlo, orientarlo y revelarle el secreto.[10]
Para
ello es preciso llegar hasta él, pero ¿cómo hacerlo si ha sido encerrado en el
corazón de una ciudadela fortificada, saturada de enemigos en permanente
alerta? Hay que descartar la posibilidad de infiltrar un espía debido a las diferencias étnicas insuperables: un
alemán no podría infiltrarse como espía en el ejército chino del mismo modo que
un chino no podría espiar en el cuartel de las SS. Sin poder entrar en la prisión y sin
posibilidad de comprar o engañar a los guardianes sólo queda el recurso de hacer llegar un mensaje al prisionero.
Sin
embargo enviar un mensaje parece ser tan difícil como introducir un espía. En
efecto; en el improbable caso de que una gestión diplomática con-siguiese la
autorización para presentar el mensaje y la promesa de que éste sería entregado
al prisionero, ello no serviría de nada porque el solo hecho de que tenga que
atravesar siete niveles de seguridad, en donde sería censurado y mutilado,
torna completamente inútil a esta posibilidad. Además, por tal vía legal (previa autorización), se
impondría la condición de que el mensaje fuese escrito en un lenguaje claro y
accesible al Enemigo, quien luego censuraría parte de su contenido y
traspondría los términos para evitar un posible segundo mensaje cifrado. Y no
nos olvidemos que el secreto de la salida oculta tanto interesa que lo conozca
el prisionero, como que lo ignore el Enemigo. Y lo primero: ¿qué decir en un
mero mensaje para lograr que el prisionero despierte,
se oriente, comprenda que debe escapar? Por mucho que lo pensemos
se hará evidente al final que el mensaje debe
ser clandestino y que el mismo no
puede ser escrito. Tampoco puede ser óptico
debido a que el pequeño ventanuco de su celda permite observar solamente uno de
los patios interiores, hasta donde no suelen llegar señales desde el exterior
de la prisión.
En
las condiciones que he expuesto, no resulta evidente, sin duda, de qué manera
pueden sus Kameraden dar solución al
problema y ayudar al prisionero a escapar. Tal vez se haga la luz si se tiene
presente que, pese a todas las precauciones tomadas por el Enemigo para
mantener al cautivo desconectado del mundo exterior, no lograron aislarlo acústicamente. (Para ello hubiesen debido
tenerlo, como a Kaspar Hauser, en
una celda a prueba de sonidos).
Mostraré
ahora, como epílogo, el modo elegido por los Kameraden para brindar efectiva
ayuda; una ayuda tal que 1ro: despierte
y 2do: revele el secreto, al
prisionero, orientándolo hacia la
libertad.
Al
decidirse por una vía acústica para hacer llegar el mensaje los Kameraden
comprendieron que contaban con una gran ventaja: el Enemigo ignora la lengua original del prisionero. Es posible
entonces transmitir el mensaje simplemente, sin doble sentido, aprovechando que
el mismo no será comprendido por el
Enemigo. Con esta convicción los Kameraden hicieron lo siguiente: varios de
ellos treparon a una montaña cercana y, munidos de una enorme caracola, la cual
permite amplificar muchísimo el sonido de la voz, comenzaron a emitir el
mensaje. Lo hicieron ininterrumpidamente, durante años, pues se habían
juramentado a no abandonar el intento mientras el prisionero no estuviese
nuevamente libre. Y el mensaje descendió de la montaña, cruzó los campos y los
ríos, atravesó las murallas e invadió hasta el último rincón de la prisión. Los
enemigos al principio se sorprendieron, pero, como ese lenguaje para ellos no
significaba nada, tomaron el musical sonido por el canto de algún ave fabulosa
y lejana, y al final acabaron por acostumbrarse a él y le olvidaron. Pero, ¿qué
decía el mensaje?
Constaba
de dos partes. Primero los Kameraden cantaban una canción infantil. Era una canción que el prisionero había oído muchas veces durante su niñez, allá,
en la patria dorada, cuando estaban
aún lejanos los días negros de la guerra y el cautiverio perpetuo sólo podía
ser una pesadilla imposible de soñar. ¡Oh, qué dulces recuerdos evocaba aquella
melodía! ¿qué Espíritu, por más dormido que estuviese, no despertaría,
sintiéndose eternamente joven, al oír nuevamente las canciones primordiales,
aquellas que escuchara embelesado en los días felices de la infancia, y que,
sin saber cómo, se transformaron en un sueño antiguo y misterioso? Sí; el
prisionero, por muy dormido que estuviese su Espíritu, por más que el olvido
hubiese cerrado sus sentidos, ¡acabaría por despertar y recordar! Sentiría la nostalgia de la patria
lejana, comprobaría su situación humillante, y comprendería que sólo quien
cuente con un valor infinito, con una intrepidez sin límites, podría realizar
la hazaña de la fuga.
Si tal fuera el sentir del
prisionero, entonces la segunda parte del mensaje le dará la clave para hallar la salida secreta.
Observe
que he dicho la clave y no la salida secreta. Porque sucede que
mediante la clave el prisionero deberá
buscar la salida secreta, tarea que no ha de ser tan difícil considerando
las reducidas dimensiones de la celda. Pero, luego que la encuentre, habrá de
completar su hazaña descendiendo
hasta profundidades increíbles, atravesando corredores sumidos en tinieblas
impenetrables y subiendo,
finalmente, a cumbres remotas: tal el complicado trayecto de la enigmática
salida secreta. Sin embargo ya está
salvado, en el mismo momento que inicia
el regreso, y nada ni nadie logrará detenerlo.
Sólo
nos falta, para completar el epílogo de la alegoría, decir una palabra sobre la
segunda parte del mensaje acústico, esa que tenía la clave del secreto. Era
también una canción. Una curiosa canción que narraba la historia de un amor
prohibido y sublime entre un Caballero y una Dama ya desposada. Consumido por
una pasión sin esperanza el Caballero había emprendido un largo y peligroso
viaje por países lejanos y desconocidos, durante el cual, se fue haciendo
diestro en el Arte de la Guerra. Al principio trató de olvidar a su amada, pero
pasados muchos años, y habiendo comprobado que el recuerdo se mantenía siempre
vivo en su corazón, comprendió que debería vivir eternamente esclavo del amor
imposible. Entonces se hizo una promesa: no importarían las aventuras que
tuviese que correr en su largo camino, ni las alegrías e infortunios que ellas
implicaran; interiormente él se mantendría fiel a su amor sin esperanzas con
religiosa devoción, y ninguna circunstancia lograría apartarlo de su firme
determinación.
Y
así terminaba la canción: recordando que en algún lugar de la Tierra, convertido ahora en un monje
guerrero, marcha el Caballero valeroso, provisto de poderosa espada y brioso
corcel, pero llevando colgada del cuello una bolsa que contiene la prueba de su
drama, la clave de su secreto de
amor: el Anillo de Bodas que jamás
será lucido por su Dama.
Contrariamente a la
canción infantil de la primera parte del mensaje, ésta no producía una
inmediata nostalgia sino un sentimiento de pudorosa curiosidad en el
prisionero. Al escuchar, viniendo quién sabe de dónde, en su antigua lengua
natal, la historia del galante Caballero, tan fuerte y valeroso, tan completo en la batalla, y sin embargo
tan dulce y melancólico, tan desgarrado
interiormente por el Recuerdo de A-mort, se sentía el cautivo presa de esa
curiosidad pudorosa que experimentan los niños cuando presienten las promesas
del sexo o intuyen los misterios del amor. ¡Podemos imaginar al prisionero
cavilando, perplejo por el enigma de la canción evocadora! Y podemos suponer,
también, que finalmente hallará una clave
en aquel Anillo de Bodas... que
según la canción jamás sería usado en boda alguna. Por inducción, la idea del anillo, le llevará a buscar y encontrar
la salida secreta.
Hasta
aquí la alegoría. Debemos ahora destacar las relaciones ana-lógicas que ligan
al prisionero con el Yo del hombre dormido.
Cuadragesimoquinto Día
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Síntesis
General de la Sabiduría Hiperbórea:
Con el fin de que la relación analógica quede claramente
evidenciada procederé de acuerdo al siguiente método: primero afirmaré una
premisa con respecto a la historia alegórica del “prisionero”; en segundo lugar
afirmaré una premisa referida a una situación análoga en el hombre dormido; en
tercer lugar, compararé ambas
premisas y extraeré la conclusión,
es decir, demostraré la analogía. Se
comprende que no puedo exponer la
totalidad de las correspondencias sin riesgo de extenderme indefinidamente.
Por lo tanto sólo destacaré aquellas relaciones que son imprescindibles para mi
exposición y dejaré, como ejercicio de imaginación, Dr. Siegnagel, la
posibilidad de establecer muchas otras.
Recuerde solamente
que en el hombre dormido, el
Yo perdido se encuentra sumido en el sujeto anímico consciente, es decir,
confundido con el sujeto anímico evolutivo o Alma. Aquí he preferido considerar
al Yo perdido ligado directamente a la razón,
es decir, al sujeto anímico racional,
en virtud de ser este sujeto quien más cerca se encuentra del Mundo y quien
primero recibe las impresiones de los entes externos. Por “razón”, en todo
caso, ha de entenderse, “el sujeto anímico evolutivo” propio del animal hombre,
quien evoluciona por la acción confusa del Yo, esa manifestación del Espíritu
encadenado.
- 1 -
a - El prisionero se encuentra
a merced de sus guardianes, quienes lo mantienen en perpetuo cautiverio.
b - El Yo,
del hombre dormido, es prisionero perpetuo de la “razón”, vale decir, del sujeto
anímico evolutivo.
c - El
“prisionero” y el Yo son análogos.
- 2 -
a - Los “guardianes” son los intermediarios
dinámicos, mezquinos por cierto, entre el “prisionero” y el “mundo exterior”.
b - La “razón” es intermediaria dinámica, muy
pobre, entre el Yo y el “mundo exterior” (en el hombre dormido).
c - Los “guardianes” y la “razón” son análogos
(recuerde que cuando la razón elabora una “ley de la naturaleza” intervienen
los “principios matemáticos” y las “premisas culturales preeminentes”).
- 3 -
a - Los “guardianes” se valen de un “lenguaje propio”, diferente de
la lengua del prisionero, a la que éste ha olvidado.
b - La “razón”
emplea modalidades lógicas, diferentes de la “Lengua primordial Hiperbórea”
original del hombre dormido a la que éste ha olvidado por su confusión
estratégica.
c - El “lenguaje propio” de los guardianes es
análogo a las modalidades lógicas de la estructura cultural.
La “lengua natal” del prisionero es análoga a la “Lengua Hiperbórea”
del hombre dormido.
- 4 -
a - El primer entorno del “prisionero” es su
“celda” de la torre, que lo contiene casi completamente con la excepción de las
aberturas (puerta y ventanuco) por donde sólo muy débilmente pueden extenderse
los sentidos.
b - El
primer entorno del Yo es la “esfera de sombra”, que lo contiene casi
completamente.
c - La
“celda” de la torre es análoga a la esfera de sombra del hombre dormido.
- 5 -
a - En la “celda” hay un “ventanuco enrejado” por
medio del cual el prisionero obtiene
una imagen precaria pero “directa” del mundo exterior.
b - Estableciendo un contacto permanente con el Yo
está la “esfera sensorial”, por medio de la cual éste obtiene una imagen
precaria pero “directa” del mundo exterior.
c - El “ventanuco enrejado” es análogo a la “esfera
sensorial” (o a “los sentidos”) en el hombre dormido.
- 6 -
a - En la celda hay una “puerta enrejada” por la
cual ingresan los guardianes, y con ellos las noticias censuradas, es decir,
por donde el prisionero obtiene una imagen “indirecta” del mundo externo.
b - El Yo puede
formarse una imagen “indirecta” del mundo exterior mediante la “reflexión”, es
decir, el acto por el cual se recibe la información “razonada”.
c - La “puerta enrejada” es análoga al acto de
reflexionar o apercibir.
- 7 -
a - La
celda del “prisionero” se halla en una “torre” y ésta en un “patio amurallado”.
Rodeando a las murallas hay “fosos profundos”, y luego otras murallas, y otros
fosos; y así sucesivamente hasta completar siete vueltas de muro y foso. Los
siete circuitos de seguridad de esta formidable “prisión” se conectan entre sí
por “puentes levadizos”, “corredores”, “portones”, “rejas levadizas”, etc. Más
allá de la última muralla se extiende el “mundo exterior”, el país del Enemigo.
En síntesis: es la “prisión” una estructura está-tica que se interpone entre el
prisionero y el mundo exterior.
b - Entre el Yo
y el mundo exterior se interpone una compleja estructura estática denominada
“cultural”. La “razón”, para tornar “razonable” la información del mundo exterior,
se apoya en ciertos elementos de dicha estructura estática o “cultural”, por
ejemplo las “premisas culturales preeminentes”, que significan conceptos sobre
las percepciones de los entes u objetos culturales externos.
c
- La “prisión” es análoga a la “estructura cultural”. También: ciertas
partes de la “prisión”, murallas, fosos, puentes, etc., son análogos a ciertas
partes de la “estructura cultural”, esto es, las “premisas culturales
preeminentes”.
Tenga presente, Dr. Siegnagel,
que, en la alegoría, tanto los “guardianes” como la “prisión” son
intermediarios entre el prisionero y el mundo exterior. Pero los “guardianes”
son intermediarios “dinámicos” (análogamente a la “razón” en el hombre dormido)
en tanto que la “prisión” es intermediario “estático” (análogamente a la
“estructura cultural” del hombre dormido).
- 8 -
a - Más allá de la última muralla de la prisión se extiende el “mundo
exterior”, aquella realidad que nunca podrá ser vista por el “prisionero”
debido a que la estructura de la “prisión” limita su movimiento y a que una
“guardia” permanente cuida de que se mantenga tal situación.
b - El Yo, en el hombre dormido, se halla habitualmente sumergido en
las profundidades de la estructura cultural, flotando perdido entre sus
artificiales y estáticos elementos y a merced de la tiranía implacable que
ejerce la razón. La estructura cultural rodea completamente al Yo, salvo
algunas rendijas, por donde asoma débilmente la “esfera sensorial”. Más allá de
la estructura cultural, como objeto de las esferas instintiva y sensorial, se
extiende el “mundo exterior”, la realidad que nunca podrá “ser vista” (en su
verdad, “tal como es”) por el Yo perdido.
c - El “mundo exterior” más allá
de la prisión es análogo al “mundo exterior” más allá de la “estructura
cultural” que sujeta al Yo en el hombre dormido.
- 9 -
a - En una montaña cercana, los Kameraden tratan de ayudar al
“prisionero” a fugar de la “prisión”. Para ello envían un mensaje, en su lengua
natal, valiéndose del medio acústico. En dicho mensaje hay una “canción
infantil”, para “despertar” al prisionero, y una “canción de amor”, con la
“clave del anillo”, para que busque la salida secreta y huya.
b - En un “centro” oculto llamado
Agartha, los Dioses Leales tratan de ayudar a los hombres dormidos a romper las
cadenas que los mantienen sujetos al mundo material del Demiurgo. Para ello
envían carismáticamente un mensaje en la “lengua de los pájaros”, valiéndose de
las Vrunas de Navután. En dicho mensaje hay un “recuerdo primordial”, para
despertar y orientar al hombre, y una “Canción de A-mort”, con la “clave del
anillo”, para que busque el centro, regrese al Origen, y abandone, como un
Dios, el Infierno material de Jehová Satanás.[11]
c - Se pueden establecer, entre “a” y “b”, muchas analogías. Sólo
des-tacaré la más importante: Los Kameraden son análogos a los Dioses
Liberadores.
Creo que los nueve
argumentos precedentes constituyen una eficaz demostración de la
correspondencia analógica que existe entre la “alegoría” y la situación del
hombre dormido. Pero esto no es todo. He reservado tres componentes de la
alegoría, canción infantil, Canción de A-mort, salida secreta, para efectuar
una última correspondencia analógica y extraer la conclusión final.
Como la validez de
la relación analógica existente ha quedado evidenciada en los argumentos
precedentes, no será necesario recurrir al mismo método en el próximo
comentario: daré por probadas las analogías que mencione.
Recordaré ahora
los motivos que me llevaron a desarrollar la alegoría. Me proponía mostrar, de manera analógica, el método
empleado por los Dioses Leales para contrarrestar la acción de “la Cultura”,
arma estratégica de la Sinarquía. Previamente aclaré que son los “elementos
culturales interiores” el verdadero instrumento que la Sinarquía emplea para
mantener al hombre “dormido”, es decir, en la confusión. En ese estado el Yo es
sujeto a la razón por la estructura cultural, fuente de la cual se nutre,
finalmente, toda la actividad mental. Así ocurre que el Yo, es decir, la
conciencia presente del hombre, resulta “dirigido hacia” el mundo a través de
la estructura cultural “por” la razón; el resultado, lo dije varias veces, es
una imagen deformada del mundo y un estado de confusión psíquica que dificulta
enormemente la “reorientación estratégica” del hombre. Contra esta situación
los Dioses Leales, igual que los Kameraden de la alegoría, se disponen a acudir
en auxilio “enviando un mensaje”.
El principal
objetivo es “sortear todas las murallas” y llegar hasta el prisionero, el Yo,
con un mensaje de doble significado: 1ro. despertar; 2do. orientar. Para eso
los Dioses Leales “transmiten el mensaje”, carismática-mente, desde hace muchos milenios; algunos lo oyen,
despiertan y parten; otros, los más, continúan en la confusión. Claro, no resulta fácil reconocer el
mensaje porque ha sido emitido en la lengua de los pájaros... y sus sonidos
sólo pueden ser percibidos con la Sangre Pura.[12]
¿Está claro
entonces? El mensaje de los Dioses Leales permanente-mente resuena en la sangre
de los hombres dormidos. Quien no lo oye es porque padece la confusión
estratégica o desconoce su existencia, que viene a ser lo mismo. Pero ¿cómo debería cumplir su función el mensaje
carismático? En dos pasos. En primer lugar los Dioses hablan,
en la sangre del hombre, de un recuerdo primordial, de algo ocurrido al comienzo del Tiempo cuando el Espíritu
aún no había sido capturado por los Dioses de la Materia. Cómo los Dioses
logran hacerlo es un Misterio muy grande, del que sólo Ellos pueden responder.
Este “recuerdo primor-dial”, la “canción infantil” de la alegoría, ha sido
inducido con el propósito de que “active” el Recuerdo de Sangre propio del
hombre dormido.
Si tal cosa ocurre, entonces el
hombre dormido experimentará una súbita “nostalgia de otro mundo”, un deseo de
“dejarlo todo y partir”. Técnicamente significa que la Memoria de Sangre ha
llegado “allí donde el Yo perdido se encontraba”: sobre el sujeto consciente.
Un contacto tal, entre el Yo y la Memoria de Sangre, se realiza independientemente
de la estructura cultural y la razón; y ese es el objetivo buscado por los
Dioses Leales. Se ha podido pues llegar a la médula del Yo, por la vía de la
sangre; será entonces, en ese fugaz momento cuando se dejará oír la “Canción de
A-mort”.
Hablaré ahora de
la segunda parte del mensaje, al que he llamado alegóricamente, “Canción de
A-mort”. Ante todo diré que tal nombre no es caprichoso pues la Sabiduría Hiperbórea enseña que, a partir de su Origen en el Universo físico,
es decir, desde su sincronización con el Tiempo, el Espíritu permanece encadenado a la Materia por un Misterio de A-mort.
Cuando el Recuerdo de Sangre, activado por la primera parte del mensaje, abre un camino (no racional; no
cultural) hacia el Yo, entonces los
Dioses Leales cantan la Canción de
A-mort, hacen participar al hombre en el Misterio. Si su sangre es lo
suficientemente pura como para que el mensaje carismático pueda ser
conciencializado entonces el hombre tiene la posibilidad de “orientarse” hacia
el Origen y mantenerse definitivamente “despierto”.
El Misterio de A-mort sólo puede ser
revelado por la Sangre Pura, interiormente, en un contacto trascendente con el
Yo que se realiza sin intervención de categorías culturales o racionales. Es,
por lo tanto, una experiencia absolutamente
individual, única para cada hombre. Quien conoce los secretos del Misterio
de A-mort es un Iniciado Hiperbóreo trasmutado,
es decir, un Hombre de Piedra Inmortal.
El Misterio de
A-mort es un descubrimiento personal, repito, único para cada hombre sobre la Verdad de su propia Caída.
Nadie puede conocer este secreto y continuar igual. Y nadie, mucho menos, se
atrevería a hablar de ello una vez que la Suprema Experiencia ha tenido lugar.
Por el contrario, muchas veces los labios quedan sellados para siempre, los
ojos cegados, y los oídos cerrados. No son pocos los cabellos que se vuelven
blancos ni menos las mentes que se hunden en las tinieblas de la locura. Porque
sólo un valor infinito puede
sostener, vivo y cuerdo, a aquel que ha visto el Engaño de los Orígenes y ha
comprendido, por fin, la Verdad de su Caída. Siendo el peso del secreto
tan terrible se comprende por qué digo que jamás puede haber en el mundo un
indicio del Misterio de A-mort y sólo alguien irresponsable o loco afirmaría lo
contrario. La Sabiduría Hiperbórea aporta técnicas
de purificación sanguínea que tienen por fin aproximar al Misterio. Pero el Misterio, en sí, se descubre
interiormente, es único para cada hombre y no
conviene hablar de él. A lo sumo se pueden ofrecer algunas sugerencias,
como las que expuse los Días Octavo y Noveno al narrar el Ritual del Fuego
Frío.
La alegórica
historia del prisionero ha permitido exponer de manera sencilla el método
empleado por los Dioses Leales para guiar a los hombres dormidos. El mensaje carismático consigue, si
es escuchado, “despertar” al hombre poniéndolo en contacto con su Recuerdo de
Sangre. A continuación le hace participar del Misterio de A-mort, Suprema
Experiencia que anula, según
dijimos, la Estrategia cultural de la Sinarquía. Pero no es posible saber en qué consiste el Misterio de A-mort hasta no
haberlo vivido individualmente. Sólo se tienen los indicios generales que han dejado aquellos que se trasmutaron y partieron. En base a tales indicios
se puede afirmar que el Misterio de A-mort es experimentado de siete maneras diferentes por el hombre
y que, justamente, ésa es la razón por la cual la Sabiduría Hiperbórea prevee
siete vías iniciáticas de liberación.
De
acuerdo al modo en que el Misterio de A-mort ha sido gnóstica-mente percibido
será la Vía de Liberación adoptada y es por eso que suele hablarse de una “Vía
de la Mutación” o “del Rayo”; de una “Vía Seca” o “Camino de la Mano Derecha”;
de una “Vía Húmeda” o “Camino de la Mano Izquierda”; de una “Vía de la Oposición
Estratégica” o “Vía de la Gnosis Guerrera para la Orientación Absoluta”; etc.
No hablaré, desde
luego, de todas las vías de liberación sino de aquella que tiene especial
relación con esta historia, es decir, la “Vía
de la Oposición Estratégica”, que era la seguida por la Casa de Tharsis.
Pero la Vía de la Oposición Estratégica es la interpretación última del antiguo
Misterio del Laberinto, fundado
por Navután luego
del hundimiento de la Atlántida: a la Casa de Tharsis, la segunda parte
de la Canción de A-mort, que era
“escuchada” durante el Ritual del Fuego Frío, le reveló el Misterio del
Laberinto como vía de liberación individual. Vale decir que los Señores de
Tharsis, siempre, comprendieron el
Misterio del Laberinto al trasmutarse en Hombres de Piedra. Con respecto a la
alegoría del Yo prisionero, hay que entender que la solución de
Navután al Misterio del Laberinto, al Misterio del encadenamiento
espiritual, al Misterio de la Muerte, es análoga a la solución de la Canción de A-mort: ella consiste en un modo para
1ro., despertar; 2do., orientar. Tal modo es lo que última-mente se denomina
“Vía de la Oposición Estratégica” y que incluye, necesariamente, el empleo de
las Vrunas y el principio del cerco.
En la alegoría, la
segunda parte del mensaje era bastante extensa porque se refería también a “las
otras vías” de liberación que pueden “abrir” el Misterio de A-mort. Pero el
prisionero ha encontrado la clave en el Anillo
de Bodas y esto significa, analógicamente, que ha optado por la Vía de la
Oposición Estratégica. El mensaje ha llegado a él “por vía acústica”, es decir,
gnósticamente, y, al tomar conciencia de su contenido, por medio de la clave
revelada, halla en la celda una anilla,
la cual permite abrir la salida secreta.
La “celda”, según
el argumento 4, es análoga a la esfera de sombra. Pero, como substrato de la
esfera de sombra, se encuentra la estructura cultural: una anilla “disimulada” en el piso de la celda corresponde sin duda a
un principio matemático, a un símbolo arquetípico integrado, “disimulado”, en el
esquema de una Relación.
La alegoría nos
permite comprender, entonces, que los Dioses Liberadores con su mensaje carismático, des-cubren un principio matemático que permanecía inconsciente en
la estructura cultural, al que denominamos “principio
del cerco”. De aquí que:
- 10 -
c - La “Anilla” en la celda
del prisionero es análoga al “principio del cerco”, principio matemático, o
Arquetipo Colectivo que permanecía inconsciente en el hombre dormido y que el
mensaje de los Dioses Liberadores des-cubre.
Demostré, Días
atrás, que en el proceso mental que da lugar a la “idea científica” de un
fenómeno concurren elementos de dos fuentes principales: los “principios
matemáticos” y las “premisas culturales preeminentes”. Esto se verifica principalmente
al formular una “ley de la naturaleza”, la cual explica el comportamiento de un
fenómeno estableciendo relaciones causales entre aspectos del mismo. Pondré un
ejemplo sencillo: se desea “medir” el lado de un poliedro regular. Aquí el
fenómeno es un cuerpo con forma de poliedro regular, vale decir, un “ente
fenoménico”. Se toma para ello la “regla graduada”, es decir, una superficie
plana sobre la que se hallan grabadas las unidades de longitud y de la cual
estamos seguros que uno de sus lados es perfectamente recto. Se hace coincidir
el cero de la regla con el “comienzo” del lado que vamos a medir. Se observa
ahora que el “fin” del lado coincide con el número cinco de la regla y se
afirma sin más que “en el poliedro, el lado mide cinco centímetros”. Se ha
realizado, como se verá, una serie de operaciones subjetivas cuyas
conclusiones, sin embargo, pueden ser confirmadas por otros observadores; esta
posibilidad de comprobación es lo que da peso de “ley de la naturaleza” al
hecho mencionado.
Pero ocurre que en
la regla, que se cree numerada, en realidad hay signos grabados que representan números, no números en sí.
Los números son principios matemáticos propios de la estructura cultural, o sea
elementos subjetivos, que intervienen en el acto de “reconocer que el límite
del lado coincide con el signo 5”. Si se dice “mide cinco centímetros” se está
realizando la afirmación de una cualidad empírica: “existe una proporción (es
decir, una relación matemática) entre la longitud del lado del poliedro y la
longitud del meridiano terrestre”. Esta proporción es fija o constante (=5cm.) y constituye una
“relación entre aspectos de un fenómeno”, o sea, una “ley de la naturaleza”.
El centímetro equivale a la centésima
parte de un metro y éste a la diezmillonésima parte de un cuarto de meridiano
terrestre.
El ente fenoménico
se presentó completo, íntegro en su
manifestación. Sin embargo no es posible aprehenderlo en su totalidad; a poco
que se lo observe una parte del
mismo se hace eminente, sobresaliendo y destacándose por sobre otros aspectos. La unidad del fenómeno ha quedado rota en favor de la pluralidad de cualidades que se es
capaz de atribuirle. Se distinguen dos
caras cuadradas, y en cada cara, cuatro
aristas y cuatro ángulos, etc. Luego
se practica la medición de una
arista o lado y se establece una “ley de la naturaleza”: “la longitud del lado
es proporcional a la longitud del meridiano terrestre y su razón es de 5 cm.”
En esta operación
que se acaba de describir han intervenido los “principios matemáticos” (cuando
se distinguen dos caras, cuatro aristas, etc.) y las “premisas
culturales preeminentes” (cuando se tornó “eminente” la cara, el lado, o
cualquier otra cualidad). Las dos fuentes concurren en el acto racional de
“relacionar” (medir) aspectos del fenómeno y postular una “ley de la
naturaleza” (mide 5 cm.) que puede ser universalmente comprobada.
Espero haber
dejado en claro que los principios
matemáticos (el uno, el dos, el cuadrado, etc.), por ser propiedades intrínsecas de la estructura
mental, intervienen a priori en la
formulación de una ley de la naturaleza. En cuanto a los “números” del mundo,
esos que aparecen grabados en la regla graduada, sólo son signos culturales de representación a los que se distingue gracias
al aprendizaje convencional. Hubo pueblos antiguos que representaban los
números con nudos o ideogramas; es presumible que un instrumento de medición
compuesto de una vara en la cual se han grabado jeroglíficos, no significaría,
en principio, nada para nosotros si no logramos “leer” los signos, es decir,
realizar las representaciones numéricas.
El análisis
epistemológico sobre el modo como el hombre establece una ley de la naturaleza
ha de llevar fatalmente a la conclusión de que sería imposible que el principio
del cerco fuese localizado en el mundo como propiedad de los entes y pudiese
ser formulado en un lenguaje sociocultural. Por el contrario, lo que puede
ocurrir, en todo caso, es que el principio del cerco sea proyectado, consciente
o inconscientemente, sobre un fenómeno y sea luego descubierto en él como
relación eminente entre cualidades; naturalmente, dependerá del tipo de
fenómeno representado la complejidad con la que el principio del cerco sea
empíricamente reconocido e introyectado en la estructura psíquica.
En resumen, el “principio del cerco”, descubierto a la
conciencia por el mensaje de los Dioses Leales, es también un principio
matemático y como tal intervendrá “a
priori” en toda percepción fenoménica. Los números naturales (que están en
la mente) permiten “contar” (uno, dos) las mitades de esa manzana (que está en
el mundo). El principio del cerco (que está en la mente) permite aplicar la
“ley del cerco” sobre ese fenómeno (que está en el mundo). He recorrido un
largo camino para arribar a esta conclusión. La expresaré ahora de manera
general: el principio del cerco hará
posible la determinación de la ley del cerco en todo fenómeno y en cualquier
relación entre fenómenos.
Pero el principio
del cerco es, generalmente, inconsciente y sólo quienes logran oír el mensaje
de los Dioses Leales pueden incorporarlo a la esfera consciente. Y sólo ellos,
los hombres despiertos, serán capaces de aplicar la ley del cerco en una
Estrategia guerrera que asegure el Regreso al Origen.
Antes mencioné la solución de Navután al Misterio del
Laberinto y dije que ella incluye el empleo de las Vrunas y el principio
del cerco. Ahora agregaré que dicha solución, denominada Tirodinguiburr, se traduce en la técnica arquemónica de la Sabiduría Hiperbórea. Tal técnica, que es
imprescindible dominar en el “modo de vida estratégico”, permite definir en el
Universo un “Cerco estratégico”, al que me referí los Días Tercero y
Trigesimosexto. Pues bien, según la Sabiduría Hiperbórea, todo Cerco estratégico es técnicamente un “Arquémona” o “Cerco
infinito”. Con otras palabras, el hombre despierto descubre el principio
del cerco y lo proyecta en el Mundo: ello
no es suficiente para constituir un Cerco estratégico; el principio del cerco es un
principio matemático y, por lo tanto, es un elemento arquetípico, es decir, creado
por El Uno: mal podría utilizarse un elemento creado por El Uno para intentar
aislarse de la Estrategia de El Uno; hay que modificar, pues, la ley del cerco para obtener el efecto aislador
deseado; ¿en qué forma? indeterminando
o convirtiendo en infinito el cerco
real; ello se consigue con el empleo de las Vrunas Increadas: la inclusión de la Vruna Increada en la ley
del cerco produce el “Cerco estratégico”, el Cerco infinito dentro del cual es
posible practicar el modo de vida estratégico y desarrollar una Estrategia de
Regreso al Origen.
La Vía de la Oposición Estratégica
es aplicable por todo hombre despierto que disponga de un Cerco estratégico y
de un lapis oppositionis. Este
último elemento es sólo una Piedra de
Oposición, es decir, una Piedra que representa a El Uno y contra la cual se realiza la oposición
estratégica que permite aproximarse, inversamente, al Origen. El lapis oppositionis se sitúa fuera del Arquémona, frente al punto infinito del Cerco estratégico: cuando
el Iniciado Hiperbóreo efectúa la oposición estratégica, el interior del
Arquémona se convierte en una plaza liberada, con un Espacio y un Tiempo
propios, independientes del espacio-tiempo del Universo Creado; así aislado, sin abandonar en ningún momento
la oposición estratégica, el Iniciado avanza
sin obstáculo hacia el Origen, sale
del Laberinto, se libera de la
prisión material.[13]
Aclararé el
significado etimológico de la palabra Arquémona y el sentido filosófico que
denota en la Sabiduría Hiperbórea. Arquémona, ante todo, es una palabra
compuesta por dos vocablos griegos, arke, principio
y monas, unidad. La Iniciación por
la técnica arquemónica permite arribar a un principio único de la psique, es decir, a la individuación egoica
del Selbst, desde donde es factible experimentar la posibilidad absoluta del
Espíritu en el Origen: tal es el sentido hiperbóreo del Arquémona.
Para los Hombres de Piedra,
Iniciados Hiperbóreos de la Casa de Tharsis, el “mundo” en el cual ocurre la
vida cotidiana es simplemente un “campo de batalla”, una Palestra ocupada por enemigos mortales a los que se debe combatir
sin tregua pues ellos “cortan el camino de Regreso al Origen”, “obstruyen la
retirada” y pretenden “reducir al hombre a la más vil esclavitud” cual es “la sumisión
del Espíritu Eterno a la materia”, su “encadenamiento al Plan evolutivo del
Universo, creado por el Demiurgo y su corte de Demonios”. El mundo es,
entonces, para los Hombres de Piedra, el Valplads.
En la mitología
nórdica y en los Eddas, el Valplads
es el campo de batalla adonde Wothan elige a los que caen luchando por el
Honor, la Verdad, en fin, por las Virtudes del Espíritu. La Casa de Tharsis,
basándose en la Sabiduría Hiperbórea, extendía el concepto de Valplads a todo
el “mundo”. Pero el “mundo” es el macrocosmos, dentro del cual subsiste el
microcosmos potencial del hombre despierto; la realidad de ese “mundo”, que
rodea como Valplads al hombre despierto, es Maya, la Ilusión del Gran Engaño. Cuando el hombre despierto se ha
situado en su Arquémona y libera la plaza interior por la Oposición
Estratégica, indeterminando o tornando infinito el cerco real, el lapis oppositionis que se encuentra en
el Valplads, se dice que su lugar constituye la fenestra infernalis del Arquémona, el punto infinito del Cerco
Estratégico: la fenestra infernalis es el punto de mayor aproximación entre la
plaza liberada y el Valplads, y frente a ella se enfrentan el hombre despierto
y el Demiurgo Cara a Cara, se confrontan dos Estrategias Totales, la Hiperbórea
y la Satánica.
Como última reflexión con respecto a
la alegoría diré que cuando el prisionero “tira de la anilla” y descubre la
salida secreta está efectuando una acción análoga a cuando “el hombre
despierto” aplica la ley del cerco, según la técnica arquemónica, y “abre”
unívoca e irreversiblemente una vía hacia el Origen.
Ha
quedado explicado entonces el método que los Dioses Leales emplean para
contrarrestar a “la Cultura”, arma estratégica enemiga. Ellos envían Su mensaje
que tiene por fin despertar en el
hombre el Recuerdo de Sangre y orientarlo
hacia el Origen, su “salida secreta”. Para esto último le inducen a descubrir
el “principio del cerco” y a aplicar, luego, la “técnica arquemónica”.
. El principio del
cerco es infalible para los fines
estratégicos propuestos y tanto puede ser aplicado individual como
colectivamente. La Historia
abunda en ejemplos de hombres que han aplicado técnicas basadas en la Sabiduría
Hiperbórea para inmortalizarse como Dioses o para conducir a un pueblo de
Sangre Pura hacia la mutación colectiva; como prueba de esas gloriosas acciones
han quedado numerosas construcciones de piedra que nadie comprende en nuestros
días porque para ello habría que poseer una visión fundada en el principio del
cerco.[14]
Al hombre despierto, conocedor de la técnica arquemónica, una sola mirada sobre
las construcciones megalíticas, o sobre Montsegur, o sobre los K.Z., le basta
para interpretar correctamente la Estrategia Hiperbórea en la cual se basó su
construcción.
El Castillo de Montsegur, vale la
pena aclararlo, fue construido por los Cátaros según la técnica arquemónica,
así como los K.Z. o konzentrationslager,
“Campos de Concentración” de la Orden Negra alemana SS, los cuales no
eran siniestras prisiones como pretende la propaganda sinárquica sino
maravillosas “máquinas mágicas” para acelerar la mutación colectiva y racial,
basados en la técnica arquemónica de la Sabiduría Hiperbórea: dentro del área
aislada del K.Z., los elementos raciales más nefastos de la sociedad, esto es,
los degenerados, delincuentes, viciosos, e incluso los judíos, podían ser
trasmutados y reorientados en favor de la Estrategia Nacional.[15]
Diré finalmente que quien es
consciente del principio del cerco ha
superado a la Estrategia cultural enemiga y puede realizar la doble aislación, del Yo y del microcosmos.
El
principio del cerco permitirá fijar los límites del sujeto consciente, aislando
el Yo de las premisas culturales preeminentes, y trasladándolo hacia el
“centro” o Selbst.
La
técnica arquemónica permitirá, entonces,
aislar el microcosmos del macrocosmos, ganando un tiempo y un espacio propios,
o sea, la inmortalidad: el microcosmos o cuerpo físico se habrá trasmutado en vajra la materia incorruptible.[16]
[1] R. Mendieta: Uno de los aspectos
más reveladores de la presente obra es su carácter iconoclasta y su
replanteamiento de cuestiones históricas desde una perspectiva diferente, que
frecuentemente la lleva a derribar muchas de las más añosas y preciadas
interpretaciones que las autoridades en el campo de la Historia tienen como
artículos de fe, para sugerir que no todo es lo que aparenta ser. Esta última
es, por supuesto, una de las premisas sobre las que se basa todo el trabajo
investigativo de LKJ y la Quantum Future School, y que encuentra precendentes
en las advertencias de grandes maestros Sufíes como Jalaluddin Rumi (1207-73)
que dijera a sus alumnos: “You are shocked not by right or wrong, but by the
conventional conception of right and wrong” (citado por Ernest Scott en “The
People of the Secret”, p. 222). Los C’s mismos han indicado que toda lectura de
la Historia debe hacerse con la idea en mente de que esta ha sido severamente
distorsionada por facciones como las que ellos describen con el término de “Greek
Enforcers”.
En la
presente obra vemos una reinterpretación, que no podría ser mas controversial,
de la participación de la orden de los Dominicos en el proceso inquisitorio que
contradice la imagen que los libros de historia han presentado de estos, y que
sugiere una especie de deliberada “demonización” por parte de las crónicas que
son tenidas en alta estima por todos los historiadores ortodoxos.
[2] R. Mendieta: a las anotaciones
sobre el verdadero carácter guerrero y combativo de la personalidad que se
intuye como más cercana al verdadero Jesús (en contraposición al falso Jesús)
agregar la cita de Mouravieff al respecto de la prueba de fuerza a la que debe
someterse el aspirante antes de cruzar el Segundo Umbral: On the second step, a
test of Strength awaits those who have committed themselves on the Staircase. 'The Kingdom of Heaven' said Jesus, 'is taken by force, and it is
those who do violence to themselves who will hold it.
[3] R. Mendieta: El “Espíritu Increado”, en otras partes también llamado el “Yo Verdadero”, o simplemente el “Yo” con mayúscula es el “Big I” de Gurdjieff, que el místico ruso claramente opone a los “thousand useless I’s”. En la obra ISOTM Ouspensky cita las palabras de G: “Attachment to things, identification with things, keep alive a thousand useless I’s in man. This I’s must die in order that the big I may be born” (p.218)
[4] R. Mendieta: Aquí hay, por
supuesto, completa correspondencia con otro de los conceptos capitales de la
filosofía de Gurdjieff: el concepto de que el hombre se encuentra dormido. “If men could really see their true position and could understand
all the horror of it, they would be unable to remain where they are even for
one second. They would begin to seek a way out and they would quickly find it, because
there is a way out; but men fail to see it simply because they are
hypnotized. (…) To ‘awaken’ for man means to be ‘dehypnotized’. In this lies
the chief difficulty and in this also lies the guarantee of its possibility,
for there is no organic reason for sleep and man can awaken.” (ISOTM, p. 220)
R. Mendieta: En anotaciones de la Primera Parte
incluir referencia de Mouravieff al Reino de la Ilusión (the Domain of
Illusion) en correspondencia con el concepto de Moyano del “Laberinto de la
Ilusión”. Citando a Mouravieff, y especificamente refiriéndose al caso del
hombre que ha iniciado el camino de salida del Laberinto pero que aún no ha
cruzado el Segundo Umbral: “Still more than half a creature of the domain of
Illusion, he continues to take frequent impulsive decisions, and often turns
against his own avowed aims.”
[6] R. Mendieta: La premisa de la
Teoría cuántica de que por el mero hecho de observar, el observador afecta la
realidad observada.
[7] R. Mendieta: Hay aquí una
definición neuro-lingüística del concepto de la Matriz de Control (“Matrix”) en
términos de un “modelo cultural intermediario” entre el macrocosmos y el
microcosmos.
[8] R. Mendieta: Referirse a los
conceptos de “entidades criptogeográficas” y de vampirismo etéreo dentro del
material Casiopeo. La Fagocitación Psíquica de la que se habla aquí resulta
similar al fenómeno de la depredación de la energía consciente por parte de
entidades criptogeográficas capaces de “alimentarse” a un tiempo de la energía
de todos los seres que se encuentran en su área geográfica de influencia (ver
“To Be, Or Not To Be”). Los C’s también hablan de la forma en que la jerarquía
STS se mantiene mediante la absorción de los seres en de un nivel por parte de
los seres del nivel inmediatamtne superior.
[9] R. Mendieta: Esta es la misma tesis fundamental que expresara Gurdjieff a Ouspensky. En la obra ISOTM leemos en página 30: “You do not realize your own situation. You are in a prison. All you can wish for, if you are a sensible man, is to escape.”
[10] R. Mendieta: Es otra muy diferente
la razón que aducen los C’s para justificar esta imposibilidad de parte de
aquellos que han podido escapar a la prisión de intervenir directamente en los
asuntos de la 3ra. Densidad: la Directiva de Primer orden de respetar el Libre
Albedrío. No obstante esto, se debe observar que se afirma, en total
coincidencia con los C’s, que los dioses liberadores (STO de la 6ta. Densidad) no pueden hacer otra
cosa más que intentar establecer un canal de comunicación a través del cual se
pueda transmitir un mensaje de manera efectiva (observar como la “intervención
de los C’s a lo largo de todo el llamado “Experimento Casiopea” se ha limitado
a esta función de usuarios de una canal de comunicación, en contraposición con
las promesas de manifestación e intervención directa en la realidad física que
han manifestado otros interlocutores a sus canalizadores respectivos).
[11] R. Mendieta: En relación a la
función de la “canción infantil” que tiene la intención de despertar un
sentimiento de nostalgia por el origen perdido en los hombres dormidos y que,
según afirma el autor, transmiten los dioses liberadores a través de una
especie de lenguaje subliminal arquetípico (las Vrunas de Navután), podríamos
especular que una de las razones que explica porqué algunas personas no sientan
el menor deseo de escapar aun cuando se les haga ver la realidad de su
condición de prisioneros, es una íntimamente relacionada con la frecuencia de
vibración: su alma no “resuena” con la “longitud de onda” a través de la que se
transmite esta “canción”. Hay un desfase entre las longitudes de onda del
“mensaje” y del “receptor”, con el resultado de que la canción no 0puede ser
“escuchada”. Observar como se afirma de manera alegórica que el mensaje se
transmite “por vía acústica”, sugiriendo de manera sutil que hay un componente
de frecuencia de onda involucrado.
[12] R. Mendieta: Referirse a la nota
anterior para poder interpretar esta indicación de que los “sonidos solo pueden
ser percibidos por la Sangre Pura” en términos de FRV (Frequency Resonance
Vibration)
[13] R: Mendieta: Esta creación de una
plaza liberada con un Espacio y un tiempo propios e independientes del
espacio-tiempo del universo creado, es una operación que en esencia parece
similar a la operación que la física moderna denomina “Quantum Tunneling” o
“Tuneleo Cuántico” a traves de la que se crea una ramifificación del universo
presente (“branching out”) hacia una dimensión que hasta entonces solo existía
como un potencial cuántico. Los C’s han afirmado que los seres humanos son capaces
de crear universos alternos y habitar en ellos.
[14] R. Mendieta: Como
se ha mencionado en una anotación anterior, las investigaciones de LKJ apuntan
a la conclusión de que efectivamente, los llamados pueblos megalíticos parecen
haber conocido la técnica de la transformación colectiva y la fusión de
realidades (“reality merging”). En “The Grail Series”, parte I, ella escribe: “Certain
stones produce electricity under the right conditions... and if the stones were
used to amplify mental energies... well, they would power not only transport
(eliminating the need for the wheel), communication and recording of
information (eliminating the need for writing), and perhaps could even
‘manifest’ anything that was needed in terms of food and other goods (thereby
eliminating the need for cities and agriculture). Tied in to all of this is the
ancient alchemical lore about the ‘philosopher's stone,’ (...). The Holy Grail,
the head of Bran the Blessed, and the
Philosopher's stone of the alchemists, are all connected to the idea of certain
powers that have to do with the stopping or manipulating of time, a source of
endless abundance (multiplying loaves and fishes), eternal life or the ‘elixir
of life,’ and so forth. And, most importantly, the idea of ‘cycles’ and
astronomical placements being necessary to the ‘work.’
And it is not entirely out of the question that IF such was the case,
that these stones could have just simply ‘translated’ the Stone Movers into
another dimension at some point when astronomical alignments were right... the
‘Big Payoff of going home, so to speak.”
[15] R. Mendieta: Esta parece ser una
afirmación sumamente difícil de sostener, y podría finalmente revelar una
agenda evidentemente racista y de apoyo a las ideas de la supremacía blanca por
parte del autor o de los elementos que le sirvieron de fuente
[16] R. Mendieta: Es aquí donde quizás
se explica la verdadera importancia del principio del Cerco, ya que se aclara
que no solamente es aplicable al espacio físico que es ocupado por una persona
o pueblo que practican el modo de vida estratégico de los Atlantes blancos,
sino, y más importante aún, que corresponde a la estrategia de aislar al Yo de
la influencia de la Matriz. Es además indispensable aplicar el principio del
Cerco para encontrar la Salida secreta (en la alegoría del prisionero, este
encuentra la salida luego de descubrir la anilla en el piso del calabozo).